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El pasado miércoles, la Mesa del Parlament balear aprobó la subida de casi un 50 % en el pago de dietas en concepto de pernoctación. Lo que significa que nuestros diputados autonómicos podrán alojarse en hoteles de cinco estrellas en lugar de cuatro como muchos lo venían haciendo hasta ahora. Y es que sus señorías parecen necesitar spa con masaje incluido para relajarse de las tensiones que les producen las sesiones parlamentarias. Ahora entiendo aquella afirmación de un diputado mallorquín que sostenía que los políticos estaban muy mal pagados si lo comparábamos con la responsabilidad que ostentaban.

Ahora bien, que decidan unos sueldos públicos los que son sus beneficiarios no produce buena imagen. Siempre me ha llamado la atención que la política sea uno de los pocos ámbitos laborales que poseen la capacidad de decidir lo que sus representantes van a cobrar a final de mes. Tal vez el error esté en considerar la res publicae un ámbito laboral en lugar de un compromiso social.

Lo que la Mesa del Parlament ha aprobado es la subida de la dieta de pernoctación ante las enormes dificultades que tienen sus señorías para encontrar un lugar en donde dormir. Claro que esas son las mismas dificultades que tienen los temporeros de la hostelería que vienen de la Península o los jóvenes que aceptan una oferta laboral en temporada alta. La diferencia está en que nuestros forasters no solo no tienen dietas como la de pernoctación sino que sus nóminas no son en lo más mínimo, comparables a las de sus señorías. Por suerte para nuestros representantes parlamentarios, además del aumento en las dietas de pernoctación, la institución activará la subida de un 5 % del sueldo de sus señorías prevista para este año y dentro de unos meses otra del 2,5 % fruto de los acuerdos con el Gobierno central. ¡Quién da más!