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Pocas sorpresas, aunque importantes novedades en Euskal Herria. Suena radical, pero es simplemente contundente. El EAJ-PNV, en votos y con claridad, sigue ganando las elecciones y, casi con toda seguridad, continuará gobernando gracias al apoyo de los socialistas, aunque más de la mitad del electorado haya votado izquierda. Si se me permite, de manera coloquial y sin ningún ánimo despectivo, la Lendakaritza se la disputan dos pipiolos, Imanol Pradales (EAJ-PNV) y Pello Otxandiano (EH Bildu). Los pesos pesados de ambos partidos no se presentaban a las elecciones, habitual en la política abertzale. Los nacionalistas vascos mantienen un cierto aire a cofradía, donde estética y principios van por separado.

En su conjunto, la izquierda ha superado la barrera del 50 por ciento de los votos emitidos, para que esto fuera así le ha bastado crecer apenas tres puntos porcentuales, menos de los perdidos por el EAJ-PNV. En número de escaños, sobrepasa en dos la mayoría absoluta necesaria para gobernar cómodamente. No obstante, todo apunta que seguirá la misma coalición de antes, formada por democristianos y socialdemócratas, lo contrario seria una sorpresa. Con el PP las matemáticas no dan. Aunque se esperaba el crecimiento de EH Bildu, no deja de ser una novedad importante que esté en condiciones de gobernar, ya que derecha e izquierda abertzales empatan en escaños. Athletic de Bilbao-Real Sociedad, una X.

Novedad y sorpresa, o ausencia de las mismas, no dejan de ser simplemente la instantánea de un momento, aunque lo que importa es todo aquello que conduce a este punto, el alma de las cosas, la razón de ser de los hechos. Llámenle tendencia o no, como quieran, pero la realidad es que unos suben y otros bajan. Dicho de otra manera: existe una alternativa. Que la alternativa se convierta en relevo solo es cuestión de tiempo, tanto es así que la suma de escaños da para que pudiera darse incluso esta misma legislatura, sin necesidad de convocar nuevas elecciones. Posibilidad, no probabilidad. En general los medios no hablan de ello. No haría falta un cambio en la voluntad popular -esta ya ha expresado cual es su preferencia mayoritaria- bastaría con que se desvanecieran algunos miedos o se normalizaran ciertas relaciones. Subrayemos la palabra relaciones para diferenciarla de comportamiento frente a terceros.

No hace falta viajar muy lejos para entrever cual es el camino a la normalidad. Recuerden la transitoria cuarta de la Constitución y la palabra referéndum. En términos históricos, culturales y etnográficos, una misma tierra. Constatación de un marco ancestral que no desaparece. En Nafarroa, desde hace dos legislaturas EH Bildu es un «socio externo» del gobierno que preside la socialista María Chivite. La relación entre estos dos potenciales socios depende del contexto, no del vasco, sino del español. Y, el contexto español ahora está basado en la ficción de ETA, alimentada por la derecha y su conglomerado mediático, 13 años después del cese definitivo de actividades de la organización terrorista y su posterior disolución. Teorías ibéricas de la conspiración.

Llegados a este punto, aparece el eterno dilema ¿qué fue primero, el huevo o la gallina? ¿Se desvanecerá la teoría conspiranoica españolista cuando EH Bildu gobierne desde Ajuria Enea o, por el contrario, gobernará EH Bildu cuando en Madrid dejen de hablar de ETA? En Madrid sigue el ruido y la histeria política, la antítesis del modo vasco. El árbol de Guernica es el símbolo de las libertades, desde la Edad Media, no conviene olvidar que el mundo abertzale tiene raíces profundas y viejas. En algunas partes de Euskal Herria llaman al viento del sur ‘castellano', puede ser sofocante, incluso abrasador, pero no tiene fuerza suficiente para doblegar un roble. Las elecciones recientes han sido el prologo de una normalidad anunciada.