Ayer, de forma irreflexiva, acudió a mi mente una pregunta que me hizo hace bastante tiempo un conocido, que consistía en si desearía repetir otra vida. Sin pensarlo, de forma totalmente súbita, le contesté con un abrupto ¡no! Aquel ‘no’ me ha hecho pensar ahora en las causas que me lo provocaron. La primera y más importante es que me es muy difícil convivir con la dualidad a la que está irremediablemente sometida la existencia material. Esa dualidad no he sido capaz de superarla en mi ya larga vida, hasta el punto que en toda ella no he dejado, en algún momento, de mirar las nubes y repetirme lo bien que me debía sentir por allá arriba. Y ayer, debido a la autopregunta pensé en que necesariamente tenía que haber algo que me hubiese enriquecido. Efectivamente, que había tenido la gran suerte de haber vivido durante el siglo veinte, algo que veo difícil que pueda repetirse nada parecido en ninguna otra existencia material. El siglo XX, a pesar de una guerra mundial infecta y de una dictadura espeluznante en el país en el cual nací, fue un siglo que enriqueció enormemente muchas facetas de la vida humana. Y también la mía. Ahora lo estoy constatando en esos inicios del siglo veintiuno La lástima es que esas grandes ventajas solo han beneficiado a una minoría. Pero la beneficencia generalizada parece algo imposible en el mundo material.
Gracias, siglo XX
Palma03/05/24 0:30
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