Uno de los lamentables espectáculos de populismo que nos ha proporcionado la telenovela (según la prensa USA), la comedia, la impostura narcisista protagonizada por el PSOE y su líder, durante los cinco días de baja por reflexión de éste, ha sido el culto a la personalidad. Acto de vasallaje plañidero y adulador de militantes acríticos y sectarios, propio de dictaduras caribeñas. La protagonista y lideresa del esperpento ha sido la vicepresidenta M.J. Montero, que inducida por un impulso histérico y gesticulación histriónica, ha sobrepasado todos los límites del culto al líder, rebajándose a la idolatría y devoción más lanar, cayendo en las frases más cursis y ridículas. Descompuesta, con una gestualidad desarticulada, posesa, se mezcló con una secta enajenada recién bajada del autobús. Tanto nos abochornó la ceremonia, que sus amenazas a la oposición quedaron en un segundo plano. Comportamiento impropio de la dignidad que representa, emotividad desmedida con imploración ¡Pedro quédate! No creo que en aquellas manifestaciones en la plaza de Oriente de aclamación a Franco, hubiera personas que manifestaran más vehementemente su adhesión al dictador como Montero lo hizo a Sánchez.
El culto a la personalidad
Palma08/05/24 0:30
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