TW
0

Josep Pla decía que los mortales tenemos amigos, conocidos y saludados. Conocidos yo tengo para aburrir; por otra parte, mis saludados son infinitos (me sigo levantando del asiento de la EMT cuando entra una persona mayor, en esa urdimbre me educaron mi padre, Pedro, y mi madre, Tomasa) y los amigos suman media docena escasa. Entre esos compadres máximos (top ten) mencionaré a Salvador Jaume Alemany y a Leandro Garrido Álvarez (natural de Navalmora de la Mata) ambos muy pacientes, cabales e inteligentes y profesores que son un lujo para Mallorca porque tienen vocación y sentido de la vida, más una formación excelente. Deberíamos recuperar muchas cosas y separar el polvo de la paja, hay gente que aporta mucho a nuestra Isla, a esos hay que cuidarlos porque son animales en peligro de extinción o linces ibéricos.

Con Leandro he tenido numerosas aventuras geográficas: los tres, con Jordi Gayà (gran intelectual), organizamos el XIII Congreso de Historia de la Corona de Aragón (1987) en el que participaron sabios de medio mundo, incluida Hispanoamérica, al mismo asistió el pare Batllori, con quien fuimos en un seiscientos (de Leandro) a Inca a ver al padre Garcías Palou, insigne lulista y que tenía un pequeño cuadro de Goya que Miquel Batllori nos dijo, en petit comité, que era falso. Total, que nos fuimos todos, incluido el director del Institut d'Estudis Baleárics y ahora de las bodegas Macià Batle, Ramon Servalls i Batle, al club náutico del Port de Pollença a comer porque el pare Batllori quería ir a ese pedazo de sa Roqueta a recordar los paisajes de Miquel Costa i Llobera sobre quien elucidó varios artículos, como también lo hicieron don Bartolomé Torres Gost y Guillem Cifre Forteza, tan querido profesor de Latín en el Instituto Ramon Llull donde, paradojas de la vida, acabó dando clases Leandro.

Hace poco volví a estar con este extremeño: fuimos navegando por las carreteras comarcarles del Pla, preciosas, llegamos a Lloret, Sineu, allí evocamos al padre Mulet, luego a comer algo en es Cós. Otro día tomamos un suculento pa amb oli en S'Hostal de Montuïri, y la jornada alimentaria siguiente fuimos a un maravilloso restaurante chino, Gran Muralla, que regenta Rafael Pons Mairata, muy barato y bueno y que tiene vistas al puerto deportivo de la Colònia de Sant Jordi (allí estuve con Leandro excavando, hará 35 anualidades y bajo la dirección de Víctor Guerrero Ayuso, en la isla de na Guardis, repleta de lagartijas y entre un calor soporífero). Tenemos Leandro y yo una trilogía escrita que publicaremos en el momento oportuno y cuando la autoridad no lo impida: me refiero a tres enjundiosos tomos ochenteros que describen la Mallorca alucinante de entonces. Se titulan Del Corb Marí al Terra i del Terra al Corb Marí; el segundo tomó lleva por nombre Tratado de la fantasmasonería, descripción repleta de personajes inolvidables, y esta trilogía nuestra termina con un título que de momento no nos atrevemos a nombrarles por su tremenda incorrección política. Salvador, Leandro, amigos del alma.