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La Armada española bautizará a una de sus modernas fragatas con el nombre de Antonio Barceló y Pont de la Terra, que en Mallorca es conocido como es capità Toni, un genial marino palmesano que ahora tendría más de 300 años. Nació en la Nochevieja de 1716, pero en aquellos años no daban las campanadas por televisión, así que su familia no se perdió nada. Lo bautizaron rápido, por si las moscas, pero Toni creció sano y fuerte y desde pequeño sintió una fascinación por el mar. El Mediterráneo, en el siglo XVIII, estaba infestado de piratas argelinos, como ahora en Son Gotleu. A los 21 años ya era alférez de fragata y su carrera militar fue meteórica. Sin embargo, despertaba muchas envidias entre los otros mandos por su pericia navegando y, encima, le acusaban de ser sordo. Pero también lo era Goya y cómo pintaba. Su primera gesta llegó en 1743, cuando consiguió burlar a los corsarios y llevó toneladas de trigo a una Mallorca hambrienta. Siguió ascendiendo hasta lo más alto y cuarenta años después, como teniente general, dirigió una campaña épica contra Argel. El terror de los berberiscos murió en 1797, convertido en leyenda. Si es capità Toni resucitara ahora nos vendría de perlas. Sólo un experimentado marino como él podría lidiar con cruceros de siete alturas repletos de veraneantes, en el puerto de Palma. Flotas de velomares cargados de turistas británicos ebrios, en Magaluf. Y hordas de alemanes grandes como acorazados flotando en aguas de s’Arenal. A babor y estribor. Mucho más terrorífico que aquellos piratas con los que luchó hace tres siglos. Dónde va usted a parar.