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Por su semejanza y actualidad espiritual, reproduzco con ciertas licencias, fragmentos de la Segunda carta del apóstol Pedro, que figura en la literatura epistolar del Nuevo Testamento: «Pedro, siervo y apóstol, a los que por la justicia han obtenido una fe tan grande como la nuestra: a vosotros, gracia y paz. Pues el poder que se nos ha concedido nos ha permitido anunciar promesas preciosas y sublimes, para que, por medio de ellas, escapéis a la corrupción que reina en el mundo por la ambición; en vista de ello, poned todo empeño en añadir a vuestra fe la virtud, a la virtud el conocimiento, al conocimiento la templanza, a la templanza la paciencia, a la paciencia la piedad, a la piedad el cariño fraterno, y al cariño fraterno el amor». (2Pedro 1, 1-7).

«Lo mismo que hubo en el pueblo falsos profetas, también habrá entre vosotros falsos líderes que propondrán herejías de destrucción y, negando al dueño que los adquirió, atraerán sobre sí una rápida perdición. Muchos seguirán su libertinaje y por causa de ellos se difamará el camino de la verdad. Y por codicia negociarán con vosotros con palabras artificiosas; su sentencia está activa desde antiguo y su perdición no duerme. Estos, como animales irracionales, insultan lo que desconocen y perecerán como bestias, cobrando por ser injustos salarios de iniquidad. Son corruptos y viciosos. Disfrutan con engaños mientras banquetean con vosotros. Seducen a los débiles y tienen un corazón entrenado en la codicia. ¡Malditos sean!» (2Pedro 2, 1-3.12-14).

«Así pues, queridos míos, ya que estáis prevenidos, estad en guardia para que no os arrastre el error de esa gente sin principios, ni decaiga vuestra firmeza. Por el contrario, creced en la gracia y en el conocimiento de vuestro salvador. A él la gloria ahora y hasta el día eterno. Amén». (2Pedro 3, 17-18).