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Nunca como hasta ahora se había vivido una división tan profunda entre los españoles, una división que no sólo crece de día en día, sino que puede abrir una brecha que costará años reparar. Los dos bandos, esos que te hielan el corazón, han resurgido con fuerza y los enfrentamientos aumentan, amplificados por las redes sociales. Calificativos como rojos, fascistas, comunistas, franquistas… están a la orden del día, mientras los políticos contribuyen a incrementar la crispación, en un equivocado concepto de cuanto peor, mejor.

Nadie quiere poner fin a esta situación y todos se olvidan de que un país necesita del consenso para salir adelante. Un ejemplo claro de la estrechez de miras de unos y otros, lo tenemos en el reciente acuerdo de renovación del CGPJ. Lo que ayer era vinculante hoy ha dejado de serlo y las discrepancias vuelven a la palestra. Ya no se respetan ni los compromisos. Y así estamos, viviendo una etapa que creíamos enterrada y que los dos últimos presidentes socialistas han decidido rentabilizar, sin pensar en los ciudadanos.