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Feijóo participó el otro día en un foro organizado por las derechas del otro lado del Atlántico. Ante ese auditorio, claro, tuvo que mostrar su cara más agresiva y denunció que España está cerquita de caer en la situación de Cuba, Venezuela o Nicaragua. Francamente, la visión que este hombre tiene de la realidad parece más que distorsionada. Al menos si nos guiamos por las noticias que llegan desde esos países. Cuba es una dictadura cada vez más empobrecida de la que huyen miles de ciudadanos. Del país de Nicolás Maduro han huido no miles, sino millones, a tenor de la pobreza galopante, pues hoy dispone de un tercio del PIB de hace doce años. De Nicaragua mejor ni hablar. Un lugar donde ni siquiera los católicos pueden sentirse libres para ir a misa y donde la corrupción y la violencia campan a sus anchas. La nación que gobierna con mano férrea Daniel Ortega solo puede presumir de ser más rica que Haití, el país más pobre de América y uno de los más pobres del planeta. Así que Feijóo cree que nosotros estamos cerca de eso. Lo dice ante escritores, exministros, expresidentes y políticos y ninguno levanta la mano para recriminarle que todo eso que dicen no son más que tonterías. Al contrario, aplauden con las orejas porque la realidad que ellos quieren ver es esa. Siempre digo que la clase política vive en otra dimensión, completamente al margen de la calle que pisamos todos. Y esta anécdota me da la razón. Quizá Feijóo debería colgarse una mochila a la espalda, colocarse una gorra para protegerse del sol y patearse esos países cuando tenga vacaciones. Luego hacer lo mismo por su propio país. De incógnito, sin chófer ni escolta. Sin rodearse de lameculos. Verá, sin duda, las siete diferencias.