Cada vez que se hacen públicas las declaraciones de bienes de los políticos con cargo nos encanta indagar qué tienen unos y otros. Es confuso porque a la hora de valorar las propiedades inmobiliarias se puede declarar el precio pagado en su día o el valor catastral, muy inferior al actual. Incluso así, hay cosas que llaman la atención y de algún modo indignan. Porque es cierto que para gobernar, incluso formar parte de un parlamento, la mayoría deseamos que los candidatos tengan dos dedos de frente, cierto bagaje profesional y una formación impecable. Que sean personas, digamos, un poco mejor que la media porque quizás así logren encontrar soluciones a los problemas. Cuando en un hemiciclo vemos a auténticos garrulos lanzándose insultos, o hasta puñetazos, como ocurre de vez en cuando en Italia, sentimos vergüenza ajena y sensación de estafa. Pero en esto también hay límites.
Diputadazos
08/07/24 0:30
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1 comentario
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Das lástima, Amaya, con lo pobre que eres, lástima, mucha lástima. ¿Acaso no crees que tu pobreza no incide en la opinión que tienes del mundo y de todos nosotros? Todo lo ves con cara de pobre.