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Sucumbo y acabo en Deià, una de las dianas del turismo de sensaciones de Mallorca. Se le siguen reconociendo las facciones de bella Parnaso que fascinaron a la antesala de extranjeros que nos pusieron en el mapa, y que ahora siguen haciéndolo solo que a trazo grueso. Con una subida a la red. Cazados al instante, Instagram mediante. La calle principal se ha convertido en un bazar del que cuelgan en sus fachadas ristras de vestidos de boho chic.

En una de sus terrazas leo un letrero: «Silence is sexy». Al igual que el «Reading is sexy», circula mi mente buscando el lado sexi de la vida. Me pregunto si no acabará siéndolo también aquello de manifestarse contra el turismo, algo así como la turismo friendly del menos es más. De nuevo la cuadratura del círculo. Si es que no salimos del enredo.

A ver, un alcalde socialista de Mallorca, el de Pollença, el señor Martí March, se alía con los que lo quieren todo. Amnistiadas las casas ilegales por el Partido Popular, pierden sus licencias turísticas. Es decir, que en su limbo de legalidad, se montaron en el negocio del alquiler turístico, ahora, una vez rescatados, la amnistía tiene su cruz: no van a poder comercializar estancias turísticas. La marimorena ya está en la calle. ¿Silence is sexy?

En Barcelona, el alcalde socialista anuncia que no van a conceder más licencias para viviendas de uso turístico ni renovará las existentes. Para 2029, más de 10.000 pisos turísticos podrían pasar a ser destinados a uso residencial. Con un cambio legislativo por en medio, mejor me pongo en modo seductor y me callo.

Una amiga no calla. Me alío a la causa. En algunos pueblos de Mallorca se está cerrando el grifo. Las restricciones del agua van a ser cada vez más habituales en Isla seca. Los indígenas de algunos municipios se dosifican y hacen malabarismos con el agua, se las ven y desean para que sus tierras no mueran de sed, mientras ya sabemos que los millones de turistas que vienen usan entre 275 y 300 litros de agua al día. Los clientes de hoteles de cinco estrellas, duplican la cantidad. En las casas de vacaciones, el agua consumida per cápita es de más de 2.000 litros al día. Son datos aportados por el geógrafo Celso García de la UIB. Habla del «turismo depredador». Señala al que más tiene, el turismo de lujo, con piscinas enormes y césped con riego artificial. ¿No querían turismo de calidad? Léamos la letra pequeña. Reading is sexy.

Como somos sexis y leemos, sabemos que muchos de estos «depredadores» se han construido o comprado su casa a millón y medio de euros, como mínimo. Unos las alquilan, revenden o comercializan, mercado libre lo llaman, y a esos precios suelen acabar en manos de los extranjeros. Una maniobra estupenda para echar a los nativos. No es nueva. Se volverá a la calle. A veces el Silence no es nada sexy. El día 21, las Islas serán provocadoras.