Uno de los milicianos más ilustres de la Batalla de Mallorca en agosto de 1936 fue el dibujante gitano Helios Gómez. Ha pasado a la historia como un artista de talento excepcional y militante antifascista que en Porto Cristo vivió el peor momento de su vida. Lideraba una columna comunista cuando una bala se alojó en su mandíbula. Se salvó de milagro gracias al traslado de urgencia en avión al hospital. El resto de su guerra fue una eterna fuga. El PCE quería su cabeza por haber asesinado a uno de los suyos.
Helios Gómez Rodríguez era de Triana (Sevilla) y tenía 31 años cuando comenzó la guerra. Entonces ya era un popular dibujante y activista anarquista. El diario Crónica publicó que era un recordman revolucionario porque había sufrido más de 70 detenciones y lo habían expulsado de cuatro países. Por eso se refugió en la URSS y acabó pasándose al comunismo. En agosto de 1936 formó su propia columna para liberar Mallorca de los golpistas. Le puso el nombre del comunista Ramón Casanellas y contaba con 200 hombres y mujeres. Hay una imagen de él en el puerto de Barcelona a punto de embarcar con el mono y correajes de miliciano.
El 8 de agosto participó en la conquista de Ibiza y Formentera y una semana después desembarcó en Mallorca. Su destino fue el peor de todos: Porto Cristo. Allí sufrieron un contrataque y perdieron muchos milicianos. Se vieron obligados a resistir en la parte alta de los acantilados tras una larga pared de piedra a la que llamaron Parapeto de la Muerte. Parece que fue allí donde una bala perdida rebotó y le impactó en la boca. El anarquista Tòfol Pons recuerda que voló con él a Barcelona el 29 de agosto y que Helios estaba «desencajado» de miedo al ver que les perseguía un avión italiano.
El artista tardó varias semanas en recuperarse de sus heridas. Participó en varios mítines, todavía con las vendas en la cabeza, donde destacó «el gran heroísmo» de las milicias de Mallorca y, en concreto, de los gitanos que «pelearon como leones en el Parapeto de la Muerte».
Pasó por casi todos los frentes de la guerra hasta que en Córdoba cometió el mayor error de su vida: asesinar en un arrebato a un capitán comunista que le había desobedecido. El PCE lo condenó a muerte. Helios sabía cómo las gastaban los sicarios estalinistas y buscó protección en sus antiguos compañeros anarquistas. Él sobrevivió como comisario de cultura de una columna en Aragón, pero su novia Ira Weber no tuvo tanta suerte. Según el historiador Jordi Bigues, desapareció en un gulag. Después de la guerra, Helios sufrió los campos de concentración franceses y argelinos, y volvió a España en 1942. En esos años fue padre, pero volvió a ser encarcelado en la Modelo de Barcelona, donde pintó La Capilla Gitana, y murió en 1956.
Su hijo, Gabriel Gómez Plana, tiene 81 años y preside una asociación cultural en honor a Helios en Barcelona. Todavía conserva la bala que casi mata a su padre en Mallorca y afirma que «el capitán Bayo [el comandante de la expedición republicana] es el ejemplo de la ineptitud logística. Las tropas no estaban preparadas para un combate de este tipo. Esa zona de desembarco es un despeñadero de difícil acceso. Fue una matanza. Debido a ese fracaso, Cataluña sufrió los bombardeos italianos».
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