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Una forma poco ortodoxa de conocer en qué piensan los ciudadanos es iniciar una consulta aleatoria en Google y ver qué preguntas propone el buscador. Allí se dan cita las consultas más numerosas y describe de una manera oficiosa por dónde van cientos, quizá miles, de ciudadanos del mundo de habla hispana. A menudo consulto datos concretos, casi siempre económicos, para documentarme. Y allí aparecen las preguntas más populares sobre el asunto. Miro, por ejemplo, cuál es el salario medio en Baleares y aparecen cuestiones tipo ¿cuánto gana un camarero en Mallorca? ¿Cuánto gana un cocinero en Mallorca? ¿Cuánto dinero se necesita para vivir en Mallorca? ¿Cuánto cobra un peón en Mallorca? Imagino a centenares de personas anónimas de Hispanoamérica o de cualquier provincia española interesándose por venirse a vivir a las Islas. Lo tétrico del asunto es que las respuestas vienen en números brutos, por lo que la idea que se deben formar en el exterior es de auténtica Jauja. Cuando miramos los salarios de cualquier oficio se nos hacen los ojos chiribitas, porque hablan de dos mil, dos mil quinientos… salarios que yo nunca he conocido. Los hay más directos que preguntan ¿dónde cobra más un camarero? Y el buscador le responde: Ginebra, Suiza (2.400-3.200 euros). Luego llegan las preguntas obvias: ¿Cuánto cuesta un alquiler en Ginebra? 3.100 euros un apartamento de un dormitorio. Ya está todo dicho. No andamos en Mallorca tan lejos de Ginebra. A años luz en calidad de vida, pero en precios nos vamos acercando. Me han contado que en la Ciudad de México los alquileres ya se acercan a los 4.000 dólares porque estadounidenses y canadienses eligen en masa instalarse en un país más cálido y barato. ¿Les suena?