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Se dijo que las elecciones europeas iban a tener una importancia transcendental para el futuro de la UE. Sin embargo, una vez pasadas todo sigue igual, al menos en apariencia. El nuevo reparto de poder institucional es prácticamente calcado al que existía antes de las votaciones, aunque efectivamente ha habido movimientos. Los más significativos se produjeron en el flanco extremo de la diestra del arco político, provocando que se convocaran a toda prisa elecciones generales en Francia y que se reactivaran las protestas contra la extrema derecha en Alemania.

El resultado es que la ultraderecha crece en el Parlamento Europeo, pero, a la vez, se fracciona en tres grupos parlamentarios. Patriotas por Europa, que numéricamente constituyen la tercera fuerza en el hemiciclo, está formado por Fidesz-Unión Cívica Húngara de Viktor Orbán, Reagrupamiento Nacional de Marine Le Pen, Vox de Santiago Abascal y la Lega de Matteo Salvini, entre otros. Giorgia Meloni, traicionada, por ahora queda aparcada en el arcén derecho, forma parte de los Conservadores y Reformistas Europeos.

Aprovechándose de la presidencia rotativa de la UE el primer ministro húngaro Orbán visitó a Vladímir Putin en Moscú y a Donald Trump en su cuartel general de Florida. No hay complejos, ni hay cartas marcadas, irónicamente los Patriotas quedan a expensas de lo que sucederá en las elecciones de noviembre en Estados Unidos para siguientes pasos. En el ínterin, se celebraron elecciones generales en Francia y Reagrupamiento Nacional no superó el cordón sanitario, el Nuevo Frente Popular fue el vencedor. En Gran Bretaña los laboristas ganaron por goleada. Y, en España sigue la coalición de izquierdas. No obstante, la euforia se tiñe de color azul en Europa y Trump, de rojo republicano, se convierte en la gran esperanza blanca. No sabemos en el futuro que fantasma recorrerá Europa, por ahora repite Ursula von der Leyen.

En el gallinero del ‘suelo patrio' los gallos negros andan revueltos, Abascal ordenó romper los gobiernos de coalición autonómicos que mantenía con el PP. Todo coincide en el tiempo y en el espacio político: alineamiento en Patriotas por Europa, traición a Meloni y órdago autonómico a Núñez Feijóo. Se Acabó la Fiesta integrada en el grupo Europa de las Naciones Soberanas, molesta, pero no es el motivo de las rupturas. Gusta el triángulo formado por Trump, Putin y Patriotas por Europa. Pero, falta un pequeño detalle: las elecciones, hay que volver a votar (Putin aparte).

Núñez Feijóo ha ido al reestreno de Amistades Peligrosas. La operación Triángulo Frankenstein puede tener efectos colaterales. ¿En el futuro, la vicaria del trumpismo en la tierra de la piel de toro seguirá siendo Ayuso o será el bravo Abascal? En la reacción del presidente del PP a la ruptura se pudo escuchar el lamento por no entorpecer «el cambio político en España», un delirio galaico para el cual las cifras no dan. Núñez Feijóo sigue hinchando el globo, pero se mira en el espejo y se ve delgado como Macron y si consulta la bola de cristal se le aparece Marine Le Pen. Precisamente es Pierre Choderlos de Laclos en Las amistades peligrosas quien dice que «hay amores fugaces que duran toda la vida», faltaría decir para bien y para mal.

Ya que hablamos de triángulos, planteemos un ejercicio de trigonometría: ¿Cuál es la distancia actual entre los puntos S (Santiago Abascal), A (Alberto Núñez Feijóo) y I (Isabel Díaz Ayuso) y cual va ser en el supuesto que Donald Trump gane las elecciones en Estados Unidos? Meditaciones para un periodo canicular.