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Hoy, con la venia de ustedes y de los escasísimos turistas cultos (a diferencia de antes) que nos visitan, vamos a repasar un poquito nuestra pintura, uno de los aspectos fuertes de nuestra cultura. Y una forma de conocer cómo fue la Isla cuando era un paraíso. Los retablos medievales en Mallorca –tan puntillosamente estudiados (en tres tomos) por el añorado padre Llompart– constituyen, tal vez, el máximo exponente de la pintura radicada en nuestra Isla. En el siglo XVIII fue famoso el pintor Mesquida. Un siglo después tuvo mucho trabajo Ricardo Anckermann (algunos de sus mejores y más espectaculares recreaciones de nuestra historia se conservan en el palacio del Rey Sancho, Valldemossa). Relevantes son las obras de Juan Bauzá (excepcional retratista), Antonio Ribas, Fausto Morell: paisajismo y romanticismo, en definitiva; «escenas épicas o deliciosos paisajes con figuras», que diría Gafim. Antonio Gelabert, con su paleta más frescas y colorista, aportó nuevos aires, mientras la influencia de Sorolla se aprecia en la obra de su amiga Pilar Montaner (cuya pintura glosó Rubén Dario). Los artistas visitantes enriquecieron notablemente el panorama pictórico mallorquín: el mejor Mir, luego Rusiñol, Anglada Camarasa, que era artista de fama mundial, y desde 1907 fijó su estancia en Pollença, donde organizaba mundanas fiestas. Un grupo de pintores que andurreaban con el caballete precisamente por Pollença, aprovechando la luz y el paisaje marino de esta zona, alcanzarían merecida celebridad: Dionís Bennàssar, Tito Cittadini (estudiado por doña Peronella Vidal) y otros. Las generaciones de tiempos de las vanguardias recibieron las influencias de un americano de Des Moines que recaló en Palma y se llamaba Cook: fue discípulo de Bouguerau y conoció de refilón en París a Cézanne, Matisse y Picasso (cuya forma de pintar no le gustaba). En la ciudad del Sena recibió los sablazos de Henri Miller y en 1918 se aposentó en Mallorca junto con Getrude Stein. En torno a Cook se formó un grupo de pintores que por méritos propios ha pasado a la historia de la pintura balear: Derqui, Fuster, Sureda, Roch Minué, Sabater, Jaime Juan. Durante la posguerra Xam o Rivera Bagur mostraron lo más profundo de su actividad. Juli Ramis enlazó con las vanguardias, especialmente con el poscubismo. Pintor sumamente cotizado fue Torrens Lladó (tuvo mucho éxito en las galerías japonesas). En cuanto a los artistas que en estos últimos años nos han enriquecido el panorama balear destacaremos a Bernardí Roig, Rafa Forteza, Fernando Megías, Rafael Juan, Horacio Sapere, etc. Joan Miró fue un caso muy especial. Su abuelo materno era un ebanista de Palma, lo mismo que hizo Cela en Literatura, lo hizo Miró en pintura: ambos pusieron a Mallorca en la canícula de la Cultura. Miquel Barceló es el producto, inteligentísimo eso sí, de un grupo de artistas que pulularon en torno al llamado (1975) Taller Llunàtic; actualmente, con Bernardí Roig, es nuestro pintor más internacional y cotizado.