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Debo refugiarme en unos movimientos del Mefistófeles de Boito para enfrentarme a la idea de los auténticos personajes diabólicos que juegan con la bola del planeta. El gran dictador, la magistral película de Chaplin, parodia de forma contundente la naturaleza humana cuando se emborracha de poder y vanidad. La historia se repite de forma metódica. Cambian los personajes y la escenografía, pero el guion es el mismo. La caída del imperio de Occidente y el alumbramiento del nuevo imperio asiático conllevan movimientos tectónicos previsibles. El metrónomo marca los tiempos de manera rigurosa para que los señores de la guerra se diviertan y enriquezcan a costa del dolor de millones de humanos que verán morir a sus seres queridos, perder su futuro y quebrar los bienes que han conseguido con el sudor de su frente. Todos sufriremos las consecuencias de la tragedia. Los depredadores del Ibex ya empiezan su ritual con sus movimientos de acordeón, con subidas y bajadas de los mercados bursátiles en las que muchos pequeños inversores perderán sus ahorros mientras otros seguirán aumentando su injusta rentabilidad. Los pobres inocentes creen que las guerras se declaran como en la Edad Media o principios del siglo pasado. La Tercera Guerra Mundial se inició hace tiempo. Las formas han cambiado, el formato también. Ahora están organizadas en forma de clústeres de devastación bajo el pretexto de nacionalismos patológicos, seguridad o defensa de territorios. Los juguetes de su guerra de salón son altamente sofisticados y mortíferos. Lo triste es que a diferencia de la mayoría de las multinacionales, la industria armamentística es de los Estados. Así se producen contradicciones para los gobernantes. Pregunten quién usa las armas que produce el actual Gobierno de Sánchez. Se llevarán sorpresas alucinantes. Lo mismo hizo Aznar y lo harán los futuros mandatarios. Putin no es peor que Biden. Uno lo hace con arrogancia y en modo psicópata, el otro en falso modo democrático. La OTAN, bajo el pretexto de garantizar la paz, enviará tropas españolas a Taiwán para defender los intereses de EEUU. Xi Jinping mece la cuna del alumbramiento del nuevo imperio asiático. Mueve sus peones y prepara su entrada en Taiwán. Bajo el pretexto nacionalista de que es territorio chino, se esconde la verdad. Es un centro de control de chips y economía mundial. Mientras, todos harán el coro mediático del maniqueísmo para imbéciles. La izquierda radical española defiende a Irán, Maduro o Hamás. La derecha conservadora a Milei, Netanyahu o cualquier otro ultraconservador. La naturaleza humana no ha cambiado. Se transforma. Pero la vanidad, el poder, la corrupción y toda la variedad tóxica siempre han existido. Lo ilustrativo es que quien pulsa el botón nuclear es un ser humano, distinto al que muere ayudando a los demás. Este antagonismo extremo, justifica porque la humanidad no avanza en lo trascendente. Aun así, creo que la vida es bella