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Ya manifesté en Ultima Hora (4/10/2017) que el sistema de financiación autonómica vigente es nefasto. Los partidos, especialmente el PSOE, lo han mantenido con la idea asegurar un granero de votos singular, aunque no exclusivamente en Andalucía y Extremadura. Expuse que el fondo de compensación territorial debía desligarse de las pretensiones de los partidos políticos, por medio de tres principios:

1º) Establecer un período para que las regiones pobres se acercasen a la media de renta per cápita nacional
2º) Financiación por proyectos del dinero que va a las regiones más pobres y no la política de fondo perdido
3º) Que la distribución de las remesas desde las comunidades ricas a las pobres se hiciera en una comisión mixta entre Gobierno central y las regiones que aportan dichas remesas y sin con presencia de las que reciben ese aporte.

Ello no interesaba a la partitocracia patria. El objetivo era tener bolsas de voto.

En la época en que tuve responsabilidades políticas desde algún ámbito no balear se ponía en duda que hubiera necesidad de una Facultad de Medicina en Baleares pero sí había facultades en otras comunidades que se financiaban, indirectamente, con el aporte balear. Lo mismo pasaba con los ordenadores para centros de Secundaria. A senso contrario el Gobierno central subvenciona parte del coste de los vuelos de los residentes, del coste de la energía eléctrica que llega a Baleares o del transporte marítimo.

O sea que motivos de queja y agravios económicos pueden encontrarse a favor de cualquiera y disfrazarlos convenientemente según la aritmética parlamentaria en Madrid, Barcelona... Y es que ahora el granero de votos del PSOE no es Andalucía, sino Cataluña, y lo que antes era imposible ahora es justo y razonable. La ley del embudo, vaya.

Lo del cupo tiene su origen remoto en el abrazo del Vergara y próximo en Cánovas del Castillo y Adolfo Suárez. Quizás le dedique un artículo a ese tema.

La implantación del cupo para Cataluña no sólo supondrá una menor aportación de sus habitantes a la caja común española, sino una doble vía de financiación para la Generalitat, como pasa con el País Vasco. Que esos territorios escapen al régimen común de financiación autonómica no significa que dejen de recibir ingresos por vía de los Presupuestos Generales del Estado, es decir, de vd. y de mí.

Ejemplos los tenemos. Ya usted pagó no sólo el gran proyecto ferroviario vasco (y vasca), sino incluso la barandilla de la playa de la Concha y que seguimos pagando hasta, por lo menos, el año pasado (Presupuestos Generales del Estado 2023, Sección 23, Programa 456D, orgánica 23.06). ¡Qué menos que paguemos todos la barandilla de la playa vasca! No es una playa cualquiera. Casualmente los votos del PNV eran imprescindibles tanto para Rajoy como para que prosperara la moción de censura de Sánchez. Cambió el presidente del Gobierno pero el hecho de que vd. pagara la barandilla no. Por cierto que en las transferencias de capital del Estado a municipios por medio de la orgánica presupuestaria citada sólo aparecen tres municipios: San Sebastián, Platja d’Aro y Deltebre (Tarragona). ¿Y que decir del Basque Culinary Center, presentado como la primera Facultad de Gastronomía de España? Hombre, uno podría pensar que se financia con el dinero que recaudan las diputaciones vascas gracias al cupo. Pues no. En época de Zapatero se aprobó su financiación con la aportación de 7 millones de euros del Gobierno central, 3 del autonómico y un millón de la Diputación de Guipúzcoa. Era una época de inestabilidad aritmético-parlamentaria de Zapatero. Poco después el PNV apoyaría los Presupuestos Generales del Estado para el año 2011.

Lo dicho, mucho cupo y mucha demagogia, pero sigue vigente el viejo lema: yo te doy una cosa a ti y tu una cosa a mi… eso sí, con el dinero de otro. En este caso de los que no nos declaramos enemigos de España