Viene a cuento porque resulta impresionante la incapacidad del ciudadano y del político español para debatir sosegadamente sobre cualquier cuestión sin que salte rápidamente «y de lo mío, ¿qué?». Es decir, no me hable de lo suyo, yo quiero hablar de lo mío. Lo triste es que lo mío suele empezar con «y tú más». Aquellos que escribimos en la prensa nos encontramos que a menudo somos criticados por lo que no hemos escrito pero que alguien consideraba que era prioritario. Si escribo sobre el PSOE, rápidamente me recordarán las vergüenzas del PP y si escribo del PP, me recordarán los casos de corrupción del PSOE.
Si me pongo a escribir sobre el vergonzoso viaje de Puigdemont, a Barcelona («ahora me veis, luego no me veréis»), solo posible con el consentimiento y complicidad del gobierno, me saltará un seguidor de Pedro Sánchez para espetarme que a Rajoy se le escapó Puigdemont. ¿Y qué? ¿Acaso este precedente disminuye la responsabilidad del actual gobierno? Además, a Rajoy «se le escapó» pero Sánchez ha dejado que se escape. Mientras que Rajoy ya pagó un precio muy elevado por sus pecados, perdió el gobierno en una moción de censura planteada por el PSOE de Sánchez, éste sigue conchabado con presuntos delincuentes y prófugos.
Si los corifeos de Sánchez destruyen cualquier atisbo de diálogo para desacreditar a los disidentes es muy difícil debatir. No puedo aceptar que el debate se inicie con el desprecio, describiendo los males bíblicos que aquejan a ‘los otros', negándoles cualquier posibilidad remota de que en un instante de lucidez transitoria puedan hacer algo aceptable. La extrema polarización de la vida política divide a las familias, encrespa los ánimos y conduce el debate no a exponer los argumentos sino a machacar a ‘los otros'
¡Qué envidia hace unas semanas viendo la apertura de la nueva legislatura de los Comunes en Westminster con un primer ministro derrotado hablando de unos y otros con exquisita educación y respeto político! Aquí tenemos un ministro insultando y amenazando a la gente en las redes sociales
En el debate hay que aceptar que la verdad y la razón no residen siempre en los mismos. Yo no quiero hablar de mi libro como Umbral. Quiero que se respete mi libertad y se me critique por lo que digo, no por lo que otros quisieran que dijera.
3 comentarios
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Dins la llibertat d'expressió ha de respectar les crítiques igual que vostè escriu lliurament.
Qui era en m.rajoy? I qui el va jutjar no sospitava de ningú? Aquesta justícia és justa o és una patranya??
Si me consiente que le replique, ejerciendo la libertad de opinión, le diré lo que considero que de "vergonzoso" tiene el "viaje de Puigdemont". La vergüenza deberían pasarla quienes no fueron capaces de cumplir una orden de detención, no Puigdemont. La vergüenza deberían pasarla quienes, según opinan juristas varios, se "saltan la Ley", me refiero a la de Amnistía, no Puigdemont. La vergüenza deberían pasarla quienes hacen exégesis de dicha ley, que como lego me abstendré de calificar, pero que según opinión publicada del catedrático de derecho Dr. Pérez Royo son "una cantinflada", no Puigdemont. La vergüenza deberían pasarla, en una democracia que se precie, quienes querían impedir que cumpliera su función parlamentaria como representante electo democráticamente en una sesión de investidura. La vergüenza deberían pasarla quienes le vienen acusando de delitos varios, cambiantes según las circunstancias, que según algunos juristas, obvian principios del derecho penal. La vergüenza deberían pasarla quienes ordenaron impedir a la ciudadanía circular normalmente durante horas, provocando molestias y perjuicios, para detener al honorable, una persona ni armada ni peligrosa, y encima sin lograrlo.