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Mediados de agosto es el momento fuerte para el turismo en Mallorca. Los analistas sitúan en esta semana el pico alto del nivel vacacional. Estos días alcanzaremos las cifras más numerosas de visitantes. El aeropuerto de Son Sant Joan será testigo de las entradas y salidas de desplazados. Es el tiempo de vacaciones para el que nuestras islas son un destino irremediable por mucho que algunos quieran evitarlo. Mallorca se llena de turistas y muchos mallorquines se van a hacer turismo a otros lados. Curiosa paradoja la nuestra. Unos vienen aquí para que los de aquí nos vayamos por ahí. Porque sepas -por si no lo sabes-, que una buena parte de los que se manifiestan en contra del turismo, en este preciso instante están haciendo de turistas por otras partes del mundo.

Mediados de agosto es el momento en el que los políticos se ponen de acuerdo en una cosa: abandonar sus puestos de trabajo para coger el avión e irse de vacaciones a un lugar diferente, distinto y distante. La sociedad del bienestar lo considera una necesidad. La de descansar del trabajo hecho, la de desconectar de las tensiones, la de recuperar las energías para afrontar un nuevo curso político. Nos han hecho creer que el descanso y el turismo son sinónimos cuando en realidad son dos circunstancias tan compatibles como relativas.

Mediados de agosto es el momento en el que los más críticos con el turismo masivo se disfrazan de turistas para hacer lo que critican en donde nadie los conoce. Una aparente incoherencia justificada si fueran consecuentes con los principios que defienden. Vivimos en una sociedad de criterios relativos que postula argumentos contradictorios. A fin de cuentas, las vacaciones son al verano lo que el turismo al descanso. Qué razón tenía aquel ministro de turismo que decía que la vida de turista es muy sacrificada.