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Quiero dejar bien claro que no soy supersticiosa, creo que el esfuerzo es lo que determina aquello que podemos conseguir en nuestras vidas. Sin embargo, reconozco que el origen sí es una cuestión de suerte, es decir, el lugar en el que nacemos es clave para la calidad de vida que tengamos.

Nadie puede negar que no es lo mismo nacer en España que en Somalia; no es lo mismo nacer en Francia que en Argelia; no es lo mismo nacer en Estados Unidos que en Sierra Leona... La lista es larga y las diferencias más que evidentes.

La inmigración ha pasado a ser vista como un problema por muchas personas. Discrepo totalmente. En primer lugar, porque es totalmente injusto que el lugar en el que nazcas condicione tu tipo de vida. En mi opinión, todo el mundo tiene derecho a mejorar su vida, independientemente del lugar de donde proceda o del color de su piel. No obstante, creo que la inmigración debe ser controlada, principalmente para evitar que haya mafias que se aprovechen de la desesperación de personas que están tan mal, que prefieren arriesgar sus vidas y fallecer en el mar, que morir de hambre en sus lugares de origen.

La comunidad internacional también debe mejorar sus políticas para contribuir al desarrollo de estos países, algunos de ellos con recursos naturales muy importantes, como el petróleo, pero en manos de muy pocos.

En segundo lugar, si somos egoístas, necesitamos a los inmigrantes, ya que ellos desempeñan trabajos muy importantes que muchas personas ya no quieren hacer en España. La agricultura, la ganadería, el cuidado de las personas mayores... Por no hablar de la natalidad, la población española estaría aún más envejecida si no fuese por las personas que vienen de otros países y que suelen tener más hijos que los nativos.