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Todos sabemos que la gira de Pedro Sánchez por los países del África occidental que nos envían más migrantes en cayucos no tiene otra razón que regar de dinero esos gobiernos con la esperanza de que frenen la salida constante de embarcaciones desde sus playas. Tiene razón Sánchez al decir que la emigración es necesaria. Lo es si queremos mantener vivos el campo y la pesca y cubrir miles de plazas deficitarias en oficios manuales, una opción que los jóvenes españoles parecen desdeñar, y otros ámbitos. Sin embargo, los países africanos que ha visitado nuestro mandatario pertenecen al mundo colonial de Francia y Gran Bretaña, por lo que sus ciudadanos hablan francés e inglés, están familiarizados con las costumbres de sus antiguas metrópolis y tanto en Mauritania como en Senegal y Gambia más del noventa por ciento de la población profesa el islam. Entiendo que el Estado español trate de contener la avalancha de cayucos que llegan a Canarias, pero creo que se equivoca al creer que debemos nutrir las necesidades laborales del país con personas que proceden de zonas diametralmente distintas a nosotros. España también tuvo su imperio y pienso que si necesitamos albañiles, mecánicos, médicos, jardineros o lo que sea, será muchísimo más fácil la adaptación de inmigrantes de naciones que un día fueron españolas. América Latina es ese lugar. Sus ciudadanos hablan español, son mayoritariamente cristianos y sienten un vínculo histórico y cultural, incluso fraternal, hacia España. Tanto ellos como los empresarios y vecinos que los acojan tendrán mayores facilidades para entenderse y por eso llevamos años haciéndolo. ¿Por qué no ha ido Sánchez a Guinea Ecuatorial? Porque de allí no salen cayucos.