Sería divertido que, por una vez, los miembros de las asociaciones antiabortistas se preguntaran por qué decide una mujer abortar y, aun más fácil, por qué toma anticonceptivos para evitar un embarazo y un hijo. A menudo son pijas fachas que sueñan con una sociedad idílica en la que la base del mundo es una gran familia, por supuesto de raza blanca y religión cristiana, liderada por un hombre como los de antes, que trabaja duro para sacar adelante a sus numerosos vástagos, todos rubios y obedientes. En fin, una fantasía delirante como cualquier otra. Porque la realidad nos dice que, en cuanto la mujer ha podido decidir si tener hijos o no y cuántos y cuándo tenerlos, la natalidad se ha ido al garete. Las únicas mujeres que tienen muchos hijos están en países subdesarrollados donde no tienen acceso a la planificación familiar o bien las muy escasas que pertenecen a sectas que les fuerzan a tenerlos sin límites. En este contexto lo lógico es preguntarse por qué. ¿Es que antes la mujer era abnegada y desinteresada y ahora se ha vuelto egoísta y fría? Parece que eso creen y, por tanto, su labor consiste en convencer a la que se ha quedado embarazada sin querer de que siga adelante y traiga a la luz a un nuevo bebé. Y ahí está seguramente la clave: que lo que se gesta y se pare no es solo un bebé, ni siquiera un niño. Es un ser humano, un individuo, que irá creciendo a toda velocidad, con sus interminables necesidades y exigencias. Los antiabortistas sueñan con que ese individuo llegue a respirar. Y luego se desentienden porque su misión ya está cumplida. Explíquenle entonces a la madre que durante los próximos treinta años su vida entera estará supeditada a esa criatura. A ver a quién pide ayuda.
Antiabortistas
15/09/24 0:30
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3 comentarios
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Qué pena de artículo y de persona.
Bueno. Amaya, creo que hay más puntos de vista en su tema del día, empezando por la comparación con generaciones pasadas... Mis padres se casaron por amor, ambos trabajaban, y cuando comenzaron a llegar los niños, mi madre dejó su trabajo de mecanógrafa y el sueldo de mi padre les permitió criar y dar estudios a cuatro hijos. Eso hoy en día sería económicamente imposible, y muy difícil aún trabajando los dos. Ese es el mayor freno actual a la natalidad en España, puesto que la mayoría de mujeres en edad de procrear que conozco, con estudios y trabajo, me dicen que su deseo es ser madres, la mayoría, de dos hijos. Otro vistazo a su escrito es que casi da por hecho que la única que sacrifica los siguientes 30 años de su vida es la madre, como si el padre fuera el espíritu santo, vamos. Y. Noelia, calma, respira un poco. Salut.
¿Usted tiene algún problema con tener hijos? ¿Es por eso que usted odia a tanta gente en sus artículos?