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Este martes es el día de la Merced, patrona de cárceles y de instituciones penitenciarias, patrona de Barcelona, patrona de la República Dominicana y de una lista interminable de patronazgos y madrinazgos que no terminaría de enumerar. La Merced es una advocación mariana de la Iglesia católica pero es, también, una orden religiosa fundada en 1218 en Barcelona bajo los auspicios de la Corona de Aragón y de la mano de Pedro Nolasco. Orden religiosa que desde sus orígenes tiene como objetivo y razón de ser la redención de cautivos.

Palma fue la primera fundación mercedaria después de su constitución en Barcelona. Aquí recaló Pedro Nolasco hacia 1232 y estableció una de sus comunidades más importantes en el convento de la Merced en el antiguo carrer dels forats, luego llamada calle de San Pedro Nolasco. Durante un tiempo, los mercedarios se trasladaron a la plaza de Cort, hasta que a finales del siglo XIII se establecieron en el actual convento de la Merced.

Por aquel entonces, redimir cautivos significaba liberar, rescatar y hasta intercambiarse por cristianos apresados por los musulmanes a lo largo y ancho del Mediterráneo occidental. Nolasco, comerciante y mercader de la época, vio y vivió esa situación e inspirado por el patronazgo de María de la Merced, se aventuró a fundar una orden religiosa destinada a la redención de los cautivos cristianos. Así, de forma ininterrumpida durante estos ochocientos años, los frailes de la Merced, continuadores de la obra de Nolasco, se dedicaron y se dedican, a liberar a los cautivos y esclavos de las nuevas formas de cautividad que obstruyen, dificultan e impiden la plena realización en libertad del ser humano. Una falta de libertad que ha hecho de la Merced una institución religiosa actual. A fin de cuentas, Merced es sinónimo de libertad.