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No, no se preocupen: esta vez no voy a hablar de política ni del calificativo que podría aplicarse a la actuación de las fuerzas políticas en la gestión de la catástrofe que estamos viviendo ahora mismo (y la verdad que calificar el tratamiento del asunto de la DANA de Valencia como ‘obscenidad’ sería lo más suave que podríamos decir de ello), sino de la obra de una artista japonesa llamada Rokudenashiko titulada de esa forma, que es un manga publicado en nuestro país por Astiberri, en el que cuenta sus surrealistas vicisitudes tras la acusación y detención que sufrió por obscenidad en el país nipón. ¿Su delito? Escanear su vagina (‘manko’, una palabra que por lo que parece equivale a nuestra ‘chichi’, y que allí se considera de absoluto mal gusto) y reproducirla en tamaño gigante para hacer una barca, además de ponerla también en fundas de móviles y demás adminículos graciosos. Y sí, sería la mar de divertido, si no fuera porque de repente, una persona como ella que hace algo tan inocente e inofensivo acaba metida en una pesadilla kafkiana que pone de manifiesto que no es oro todo lo que reluce (ni allí ni en ninguna parte, claro), que la intolerancia está a la orden del día en cualquier sociedad por muy avanzada que se considere, y que no importa que haya cientos de miles de personas produciendo cientos de miles de obras muchísimo más comprometedoras, porque uno/a siempre puede verse triturado por las mandíbulas de la más estúpida de las incompetencias.