¿Es posible un botón off? La jornada del Club Ultima Hora-Valores tuvo su colofón en una mesa redonda con esa conclusión común: una invitación a la acción individual y colectiva para que las nuevas tecnologías sean diferentes y las usemos de otra manera. «Ha habido otros cambios culturales. Hace unos años todo el mundo fumaba. Ocurrió un cambio. También era habitual que mucha gente llevara abrigos de piel y ahora está prohibido», fueron dos ejemplos que puso Susan Greenfield.
En la mesa, moderada por Javier Mato, además de los dos conferenciantes estuvieron también presentes Alejandro Gálvez-Pol, neurocientífico, e IgnacioBergillos, coordinador académico del Grado en Comunicación Audiovisual del CESAG. El primero acercó el problema a su campo: «El problema de las tecnologías es el exceso. Se convierten en un problema cuando comienzan a sobreescribir la función primordial del cerebro: mantener el cuerpo con vida. Cuando nos hace no dormir bien o no concentrarnos están chocando con ese programa de base».
Bergillos intentó plantear un escenario «más optimista»: «Me gustaría pensar que hay una posibilidad de aspirar a un entorno enriquecido en el que podamos estar en equilibrio. No existe un botón off nunca más». Planteó la necesidad de crear narrativas y relatos que ayuden a moderar cualquier uso excesivo y puso sobre la mesa otro problema: «La desconexión es difícil. Hay que tener el privilegio, no es algo que pueda hacer todo el mundo», dijo aludiendo a cargas laborales o de concienciación sobre el problema.
Diego Hidalgo, por su parte, planteó otro símil: el del cambio climático. «Por remota que fuera la posibilidad de revertir sus consecuencias, es una obligación moral trabajar por hacerlo. Con las tecnologías ocurre lo mismo. Hay que reinventar creativamente ese botón del off. No tenemos que infravalorar nuestra capacidad de acción», y puso sobre la mesa propuestas tajantes como la prohibición de las redes hasta la mayoría de edad. Otra invitación al regulador a actuar: «Hemos aceptado como paquetes naturales que lo bueno y lo malo vaya junto: tenemos un buscador útil pero a cambio obtiene datos privados nuestros. Se pueden disociar esos aspectos y el regulador tiene que actuar en ello».
Greenfield invita a dar el primer paso: «Vamos a dejar de compartir contenido, vamos a usar de otra forma las redes. Si somos capaces de demostrárselo a la gente no será necesario prohibirlo». La neurocientífica apuntó a cómo actuar ante la generación criada cuando las tecnologías ya eran omnipresentes: «Cómo será su sociedad, cómo serán como líderes». Puso otro ejemplo, los tatuajes: «Se necesita algo permanente que reafirme la identidad».