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EFE-TURQUÍA
Veintiocho personas murieron en cuatro días de una sangrienta represión contra reclusos de cárceles de Turquía encaminada a poner fin a una masiva huelga de hambre, dijeron el sábado las autoridades.

Tropas paramilitares turcas, equipadas con excavadoras, abrieron huecos en los muros de la cárcel de Umraniye, en Estambul, y bombardearon a los reclusos con gases lacrimógenos para someter a la prisión, la última de unas 20 que ofrecieron resistencia a la represión. «Veintiocho presos murieron, 16 de ellos prendiéndose fuego, y 133 resultaron heridos», dijo el coronel Ali Aydin. Las autoridades de las prisiones recuperadas mostraron un arsenal compuesto de lanzallamas, rifles y bombas de fabricación casera que los reclusos usaron para combatir a las fuerzas de seguridad.

El ministro del Interior, Sadettin Tantan, dijo que los asaltos, en los que también murieron dos soldados, rompieron el control que ejercían grupos izquierdistas radicales sobre las cárceles del país, con frecuencia dirigidas eficientemente por reclusos. «Esta operación ha limpiado una desgracia en nuestro estado», dijo el ministro en una conferencia de prensa en Ankara. Las fuerzas de seguridad irrumpieron en las cárceles el martes antes del amanecer, tras el fracaso de conversaciones encaminadas a poner fin a la huelga de hambre que mantenían más de 1.000 reclusos, en su mayoría izquierdistas.

Los presos declararon la huelga en protesta contra los planes de las autoridades penitenciarias de sustituir las celdas de gran tamaño por otras más pequeñas, lo que según los reos los haría más vulnerables a abusos por parte de los guardias de seguridad.