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Un adolescente de 17 años protagonizó el pasado día 6 un curioso atraco a un banco de Palma y un todavía más inesperado desenlace cuando una hora después del asalto se entregó en la Jefatura de Policía y dijo que quería ingresar en prisión «para conocerla por dentro».

La identidad del zagal no ha sido desvelada, pero el portavoz policial explicó ayer que a las 09.00 horas de ese día se personó en la comisaría de la calle Ruiz de Alda portando una bolsa de deportes, que contenía una pistola simulada, ropa, guantes, tenazas y una linterna. Ante el asombro de los inspectores de guardia, explicó que una hora antes había atracado una sucursal bancaria de la calle Aragón y dio todo tipo de detalles. Llegado ese punto los agentes pensaron que al muchacho le habían entrado remordimientos y había decidido entregarse, pero quedaron estupefactos cuando explicó, con gran serenidad, que en realidad su deseo era ingresar en la cárcel «para conocerla por dentro».

La Fiscalía de Menores fue puesta al corriente de lo ocurrido y la policía tomó declaración a los empleados del banco y al director, para contrastar su versión con la del joven. De estos relatos se desprende que el delincuente confeso entró en la sucursal a las 07.45 horas y, sin preámbulos, encañonó a una empleada y le exigió 300.000 pesetas. La trabajadora, muy asustada, le respondió que no tenían dinero y el muchacho demostró ciertos conocimientos del funcionamiento de un banco. Pidió que desconectaran la alarma y luego registró cajones y armarios, hasta volver a insistir en que abrieran la caja fuerte. El director le intentó disuadir de su idea e insistió en que, en esos momentos, no tenían dinero disponible.

El muchacho no perdió la calma y escuchó con atención los consejos del responsable. Luego se marchó de la entidad sin el botín y deambuló hasta que decidió que lo que quería era ingresar en la penitenciaría, un anhelo poco frecuente que la policía no ha sabido explicar. Durante su conversación con los inspectores, el aspirante a presidiario contó que días antes del atraco se había apostado en la puerta de la sucursal de la calle Aragón y había observado con atención el funcionamiento del banco y, sobre todo, el del personal. Así las cosas, parece que la edad del chico le impedirá cumplir su deseo de dormir entre rejas.