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Joanne Peaay es una vecina del bloque de viviendas en el que residía la pareja británica. Desde su ventana se observa el patio interior del sótano derecho, en el centro del cual hay una gran planta de marihuana que plantaron los ingleses. Según explicó Joanne, también de nacionalidad británica, la pareja discutía con frecuencia, y al menos una vez por semana había una gran bronca. Las discusiones solían tener lugar por las mañanas, muy temprano, y de madrugada, normalmente entre las 03.00 y las 05.00 horas. Era entonces cuando Daniel regresaba de algún pub de Palma, en el que se pasaba varias horas escuchando o «pinchando» música electrónica.

En el transcurso de las discusiones, Ana solía amenazar a su pareja con echarle del piso, puesto que ella, junto con sus hermanos, era la arrendataria de la vivienda.

Las discusiones eran oídas por casi todos los vecinos del inmueble. Según Joanne, Ana María padecía algún tipo de anomalía psíquica, ya que sufría bruscos cambios de carácter, encontrándose eufórica en algunos momentos y luego depresiva. Según Joanne, ella se alteraba mucho más que su compañero sentimental, e incluso le tenía que pedir que dejase de gritar, puesto que a los vecinos les resultaba imposible dormir.

Según José Castilla, que vive frente al inmueble de los británicos, por la noche era habitual escuchar fuertes golpes en la casa. Otro de los vecinos aseguró que los problemas entre ambos eran frecuentes entre ambos, y que hace varios años ella llegó incluso a denunciarle por malos tratos. No obstante, la relación entre ambos fue siempre estable, ya que en los últimos cuatro años convivieron de manera regular en el inmueble.

Tanto Joanne como José también afirmaron que era frecuente el consumo de drogas por parte de la pareja. La policía halló envoltorios con restos de drogas en el salón, y parece ser también que fumaban habitualmente marihuana, aunque la policía no ha acreditado aún si había más drogas en el inmueble.