Un turismo perdió el control en la autopista de Llucmajor y se subió al guardarraíl izquierdo. Foto: SEBASTIÀ AMENGUAL

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¿Puede haber algo más caótico para las carreteras de Mallorca que una simple jornada de lluvia? Por lo visto ayer, difícilmente. Cientos de conductores se vieron atrapados en monumentales atascos en la autopista del aeropuerto y la vía de cintura, tras pequeños accidentes por patinazos. El caos se extendió a otras carreteras y desbordó a los efectivos del subsector de Tráfico de la Guardia Civil.

«Hoy es un día de locos, cada veinte minutos nos avisan de un nuevo accidente», admitió agobiado uno de los agentes consultados. Y lo cierto es que ya bien de mañana la situación se presentó complicada. A las 6,30 horas un vehículo en el que viajaba una familia y un camión de la basura chocaron frente al cementerio de sa Pobla, después de que uno de los implicados invadiera el carril contrario. El matrimonio y su hija, de 18 años, sufrieron lesiones de carácter leve y fueron atendidos en el hospital de Muro. Llovía de forma intermitente en casi toda la isla, soplaba un viento incómodo y las carreteras estaban resbaladizas.

Esa mezcla no podía deparar nada bueno y las peores expectativas se cumplieron a primera hora de la tarde, cuando la vía de cintura en dirección al aeropuerto y la autopista de Llucmajor quedaron colapsadas, con cientos de conductores atrapados en las retenciones kilométricas. El problema es que se producía un accidente y en el tramo siguiente se registraba otro. En uno de ellos cinco turismos fueron colisionando en cadena.

En otro un Renault 19 y un jeep se estrellaron aparatosamente, mientras que en un punto no muy lejano un turismo se subió al guardarraíl, en una curiosa estampa. Hasta cada vehículo siniestrado debía llegar una grúa y si había heridos también ambulancias, lo que fue multiplicando los tapones circulatorios. A las 15.35 horas las colas en la vía de cintura llegaban desde la salida de Son Rapinya hasta Son Hugo, y eran muchos los conductores que tocaban la bocina, indignados porque no podían llegar a su destino a la hora prevista.