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En Lima, a 300 kilómetros al norte de los pueblos y ciudades con los que se cebó el terremoto del miércoles en suelo peruano, las religiosas Trinitarias de Mallorca que allí desarrollan su labor pastoral y de compromiso social se organizan para colaborar de la forma más eficaz posible con los miles de afectados por la tragedia. No es una tarea fácil dado que el seísmo destrozó muchos tramos de las carreteras secundarias y de la autopista Panamericana que comunican la capital con los departamentos damnificados, pero sor María Alcázar, murciana con 31 años de arraigo misional en Perú, está segura de que más pronto que tarde estarán donde se las necesita.

El destino quiso que además de las trece monjas Trinitarias que trabajan actualmente en Perú -con la bunyolina María Quetglas como entrañable enseña mallorquina-, se hallasen circunstancialmente allí de visita en el momento de la catástrofe natural las sores palmesanas Xisca y Margarita Martorell y Antonia Oliver, y la inquera Francisca Coll, que antaño ejercieron con los más necesitados en suelo peruano.

«A pesar de las dificultades de comunicación por el terremoto, ya estamos recibiendo por vía telefónica noticias de la solidaridad de las instituciones públicas mallorquinas y de muchos particulares -señaló ayer por la tarde a Ultima Hora María Alcázar-, y les rogamos que en nombre de éste pueblo transmitan allí nuestro agradecimiento por esas iniciativas».

En plena conmoción por un suceso que rasgó las entrañas del Perú al que consagran su labor diaria, las Trinitarias de Mallorca deseaban trasmitir a los habitantes de la Isla su reflexión de las últimas horas. En el muy extenso departamento de Ica, asolado por el terremoto y donde se busca a supervivientes bajo cientos de casas derruidas, sólo había censadas dos máquinas excavadoras.