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JAVIER JIMÉNEZ La Guardia Civil buscó ayer fardos de hachís en aguas de Cala Rajada, aunque al final parece ser que se trató de una falsa alarma. En el operativo participó el Servicio Marítimo, un helicóptero y patrullas terrestres.

A primera hora de la mañana se avistó desde el aire, a varias millas de Cala Rajada, unas cajas sospechosas que flotaban en el mar. El reciente desembarco de 3.000 kilos de hachís en ses Salines hizo pensar a la Benemérita que se trataba de unos fardos sueltos que habían caído al agua de forma accidental, durante aquella operación de los narcotraficantes. Así pues, se puso en marcha un operativo por si la droga llegaba a la costa y varias patrullas se movilizaron por el puerto y las calas, para que ningún «avispado» se quedara con los paquetes. La embarcación del Servicio Marítimo también fue puesta al corriente de la situación y pese a que la mar estaba muy picada se peinó aquellas aguas en busca de los fardos. En un primer momento se informó que habían aparecido «cuatro o cinco», pero luego este extremo no se confirmó.

Según parece, se trató de una falsa alarma. La zona de Llevant es una de las vías de entrada de los alijos que llegan de Marruecos y la Guardia Civil acostumbra a redoblar la vigilancia en aquellas aguas, donde también se controla la posible llegada de pateras con inmigrantes ilegales.

A principios de mes la patrullera del Servicio Marítimo detectó «casualmente» a una lancha rápida provista de cuatro motores de 1.000 caballos de potencia y cuando se dio la voz de alerta se localizó a una furgoneta cargada con 3.000 kilos de hachís, en las inmediaciones del Cap de ses Salines. Cuatro marroquíes fueron detenidos por aquel desembarco y el equipo Antidroga de la Guardia Civil sigue buscando a otros implicados.