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JULIO BASTIDA «Si me pagas 4.000 euros te daré protección a tus locales, pero si no me das el dinero te lo voy a destrozar». Ésta es la tarjeta de presentación de un individuo que se personó en uno de los restaurantes de Pere Joan Navarro, un restaurador de la Platja de Palma, y le puso sobre la mesa las condiciones del nuevo 'contrato verbal' que tenía que aceptar para evitar daños materiales y personales.

Los hechos se remontan al mes de junio de 2006, cuando el joven propietario de un local situado en primera línea de la Platja de Palma tenía contratados a dos trabajadores de nacionalidad venezolana que a la vez eran hermanos.

El empresario, por circunstancias laborales, decidió prescindir de los servicios de los dos trabajadores y en un juzgado de lo social se dictaminó las indemnizaciones correspondientes, y los pagos se hicieron efectivos al instante.

Lo que parecía que debía ser un caso cerrado se convirtió en una auténtica pesadilla para Pere Joan y su socio.
Los dos hermanos supuestamente se personaron en las dependencias de uno de los restaurantes que regenta el restaurador en el complejo de Festival Park (Lizarrán), y comenzaron a molestar e increpar a los clientes hasta que consiguieron que se marcharan. Rápidamente los responsables del local solicitaron la presencia de la Guardia Civil, quienes acudieron y realizaron la correspondiente actuación.

«No satisfechos con el dinero que recibieron con la indemnización, ahora me piden doce mil euros y si no harán que tenga que cerrar el local» añadió Pere Joan Navarro.

Los dos hermanos decidieron entonces dirigirse a Delegación del Gobierno y solicitaron un permiso de reunión justo enfrente del local Lizarrán de Festival Park, todos lo fines de semana durante cuatro meses. La Delegación aceptó y los ex trabajadores, a partir de ese momento, cada sábado y domingo se presentan en el restaurante para presionar a que el empresario pague una cantidad para que le dejen de molestar. Ante la negativa, los hermanos trajeron a un individuo de etnia gitana, quien se personó en el local y le dijo a Pere Joan: «Yo no soy como estos venezolanos, tú me tienes que pagar ahora a mí 4.000 euros y si quieres me vas dando 500 euros cada mes hasta que llegues a los cuatro mil».

Pere Joan Navarro ya no sabe qué hacer. En el local de la Platja de Palma le han roto los cristales y la reparación asciende a 6.000 euros. En otra ocasión le pintaron los cristales de naranja. «Lo peor de todo fue cuando me bloquearon con el coche cuatro personas y me amenazaron de muerte. Mi socio les quitó la denuncia por miedo y yo ya no sé lo que tengo que hacer», afirma el joven empresario.

Hasta el momento existen ocho denuncias interpuestas, y su abogada afirma que por culpa de la huelga todo está paralizado.