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JAVIER JIMÉNEZ-JOSEP M. SASTRE

Francisca Oliver Mas, la vecina de Porreres que fue apaleada salvajemente por un ladrón que se escondió en su bar, sufrió el lunes una ataque de pánico al ver al supuesto agresor, que ya está en libertad. El alcalde de la localidad, Bernat Baucà, ha expresado su indignación por los hechos y los vecinos de Porreres están muy sorprendidos por el hecho de que el presunto delincuente se pasee ya por el pueblo, días después de la brutal paliza a la mujer, que tiene 77 años.

El acusado se pasó el fin de semana en los calabozos de la Benemérita y el lunes por la mañana fue trasladado a los juzgados de Manacor. Se le imputaban los delitos de robo con violencia y lesiones, y el marroquí quedó en libertad. Por la tarde, al parecer, regresó a Porreres, donde reside.

El bar de la víctima se encuentra junto a un locutorio y a esa hora la mujer vio al sospechoso en ese negocio, frecuentado por magrebíes. La señora se asomó y comenzó a sentirse indispuesta, hasta que sufrió un ataque de pánico y tuvieron que llamar a su familia, que se la llevó a un centro médico para que recibiera asistencia.

La víctima se recuperó, pero la noticia se extendió por Porreres, causando indignación. De hecho, Francisca es muy apreciada en el pueblo y su situación actual ha provocado una ola de solidaridad. El alcalde se mostró muy sorprendido por la puesta en libertad del sospechoso de la brutal agresión: «Le golpeó varias veces con una botella en la cabeza, hasta que se rompió el cristal, y nos cuesta entender que ya esté en la calle, muy cerca de Francisca». Bernat explicó que en el juzgado al detenido le habían prohibido acercarse a la víctima «durante diez meses». El magrebí no declaró ante los agentes que lo detuvieron, aunque sí lo hizo ante la autoridad judicial, donde al parecer negó cualquier relación con la paliza a la señora.

Francisca Oliver confirmó ayer que tuvo que ser atendida por un médico tras el ataque de pánico y aseguró que «es increíble que esa persona ya esté libre, casi me mata a golpes».

A la señora, que ha vuelto a abrir el bar donde fue atacada, le han quedado secuelas físicas tras la salvaje agresión, además de las psicológicas.