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JUAN POYATOS-JAVIER JIMÉNEZ Desde el piso de la calle Aragón se pudieron haber blanqueado miles de millones de euros procedentes de actividades ilegales en Rusia. El dinero, que llegaba según algunos testigos, en forma de bolsas llenas de dólares, euros, oro y joyas, era reconvertido aquí por solares y fincas urbanas que supuestamente compraban suizos y alemanes desde paraísos fiscales. Con hipotecas y supuestos accionistas, se ejecutaban las obras y luego se vendían urbanizaciones enteras y hoteles de lujo a terceros, totalmente ajenos a la trama. Finalmente, el dinero que había venido de Rusia, una vez blanqueado e incluso multiplicado, era remitido de nuevo a Rusia o repartido entre los jefes de la Costa del Sol y Mallorca.

En la operación que se inició ayer se han intervenido algunas cuentas bancarias y sólo en una de ella, en La Caixa, hay unos 13.000.000 de euros a nombre de Petrov. El magnate ruso fue sorprendido en su palacete cuando dormía, junto a su esposa y tres empleados. «Desnudaos, contra la pared», le gritaron los agentes a él y su mujer. El presunto 'número 1' de la mafia permaneció así durante veinte minutos, mientras los agentes se aseguraban de que el perímetro interior del palacete estaba controlado. Ayer tarde, su pareja y su abogado se trasladaron hasta la Comandancia de la Guardia Civil, pero no pudieron visitarlo. Petrov, Salikov, Kristo Folov e Ioulia están separados e incomunicados entre ellos, y hoy está previsto que sean interrogados por el juez Baltasar Garzón, que viajará a primera hora a Palma.

El imperio de Petrov es difícil de calibrar porque toca negocios muy diversos, desde inversiones hasta petróleo. Los investigadores están convencidos de que 'lavó' millones de euros procedentes de la prostitución, el tráfico de ramas y otras actividades delictivas. Las acusaciones que pesan sobre los cuatro detenidos de Mallorca son las de delito fiscal, asociación ilícita y blanqueo de capitales.

El ruso llegó a la Isla hace once años, en 1997. Ya por entonces su aterrizaje en Mallorca llamó la atención de la Guardia Civil y un capitán del Servicio de Información lo puso en su punto de mira. Sin embargo, no se pudo probar su relación directa con el crimen organizado y Petrov y su imperio siguieron creciendo, cada vez más.