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JAVIER JIMÉNEZ A las seis de la mañana La Paca y su gente duermen. Su hermano, El Moreno, también. Son Banya es un fortín, pero no una fortaleza inexpugnable. Sobre todo si los visitantes son 150 guardias civiles fuertemente armados y con mazos. «Guardia Civil, todos al suelo», exclaman agentes enmascarados, tras derribar las puertas de algunas casas del poblado de forma simultánea. «El objetivo está en Son Banya alta», ironiza uno de los mandos: las chabolas de la izquierda son las más humildes, las que menos interesan; en cambio, las de la derecha simbolizan la parte noble de Son Banya. 'La Paca', 'El Tarta', 'El Ico', 'La Guapi' y 'El Moreno', entre otros, son sus vecinos más ilustres. Y sólo les quedan unos segundos en libertad.

La 'operación Kabul', que acaba de estallar con violencia afgana, no se ha improvisado. Los expertos antidroga llevan meses tras Francisca Cortés Picazo y su clan. Les han intervenido teléfonos, han colocado espías y los siguen día y noche, con total discreción. Mientras, 'El Ico se sigue paseando a bordo de su flamante todoterreno Hummer, valorado en más de 120.000 euros y que era propiedad de Etoo. «Que nos siga dando pistas», se ríe un agente, tras la detención del hijo de La Paca.

La toma del poblado adquiere tintes cinematográficos. Las redadas no son inusuales, pero la de ayer deja el listón muy alto. Decenas de GRS (Grupo Rural de Seguridad) llegados de Madrid y Valencia se despliegan rodeando el poblado, mientras comandos de élite asaltan las chabolas, que en realidad no son tan chabolas. La toma es espectacular y nadie ofrece resistencia. La somnolencia y el miedo es una mala mezcla. Algún toxicómano aislado, que deambula hacia el poblado gitano en busca de su dosis, se encuentra con aquel dispositivo sin precedentes. Y da media vuelta: mal día para dejar de esnifar.