Vista aérea de la ciudad de Tacloban, en Filipinas, tras el paso del tifón Haiyán. | Reuters

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Los supervivientes del Haiyán comenzaron a reconstruir las casas destruidas por uno de los tifones más potentes del mundo mientras los suministros de emergencia empezaron a llegar a la devastada Filipinas, al tiempo que Naciones Unidas duplicó con creces la estimación de personas que se quedaron sin hogar a casi dos millones.

Pero los esfuerzos de ayuda siguen siendo desiguales y los cadáveres yacen sin ser recogidos mientras los equipos de rescate tratan de evacuar a los ciudadanos más afectados durante la jornada del sábado, cuando ha transcurrido más de una semana desde que el tifón Haiyan matara, al menos, a 3.633 personas, aunque, oficialmente, hay 1.179 personas desaparecidas.

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Supervivientes y responsables en Tacloban, que fue la población más afectada por la tormenta, dijeron que la cifra de fallecidos podría ser de muchos miles sólo en esa ciudad, ya que iban descubriendo más cadáveres cada hora.

«Estamos muy, muy preocupados por millones de niños», dijo el portavoz del Fondo para la Infancia de la ONU (UNICEF), Marixie Mercado, a un grupo de periodistas en Ginebra.

Tras largos retrasos, cientos de cooperantes internacionales levantaron hospitales de campaña y entregaron suministros el sábado, mientras los helicópteros de un portaaviones estadounidense llevaban medicinas y agua a áreas aisladas golpeadas por la tormenta, donde algunas familias llevan agua potable y comida.