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En las inmediaciones del campo de prácticas de golf de Cap de Mar viven desde hace años en alerta. Las pelotas que lanzan los jugadores del lugar superan la red de seguridad y caen a gran velocidad contra diferentes puntos del exterior poniendo en riesgo la integridad de los peatones y causando numerosos daños contra automóviles y demás objetos de la vía pública.

Once coches de empleados de negocios cercanos han sufrido en los últimos meses importantes daños en la luna delantera del vehículo o el capó a causa del impacto del proyectil.

Alfredo Lopo trabaja en un hotel próximo al campo. Se muestra indignado porque «las redes están podridas, hay agujeros por todo y nadie hace nada. Algún día, una pelota le dará a alguien en la cabeza y tendremos una desgracia. Lamentablemente, no parece que los propietarios del campo quieran arreglar nada».

Lopo afirma también que «el año pasado una compañera de trabajo empezó una recogida de firmas para hacer visible esta causa pero no consiguió llegar a más. Tenemos pensado continuar nuestra particular lucha hasta que se consiga arreglar esta situación que pone en peligro nuestra seguridad».