‘Juanito’ lleva varios años viviendo en Can Gazà bajo el amparo de Jaume Santandreu. | Julio Bastida

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Juanito, el que fuera uno de los colaboradores más estrechos deLa Paca', la histórica matriarca de Son Banya, rompe su silencio. «Yo no tengo nada que perder. Tengo una pierna amputada, estoy muy enfermo y me quedé tirado en la calle como una colilla. Si no llega a ser por el padre Jaume Santandreu estaría muerto»- Así comienza la historia de Juanito, un extrabajador del poblado chabolista que consiguió ganarse el respeto del clan gitano convirtiéndose en el catador ‘oficial' de droga de ‘La Paca'.

Droga
«Yo comencé de jovencito robando por los supermercados para pagarme la droga que consumía. Me llevaba lomo, jamones y botellas de whisky. Luego íbamos a la casa de la hija de ‘La Paca' al poblado de Son Banya para venderlo. Fue entonces cuandoLa Guapi' me presentó a su madre y poco a poco me fui ganando su confianza», comenta Juanito. Tras dos años dedicándome a la hostelería la matriarca me puso a trabajar para ella como vendedor de droga en el turno de noche del poblado. Éramos muy felices y todo iba muy bien. Sin exagerar, te puedo decir que ‘La Paca' era la mejor de todas. Recuerdo un domingo que desde las ocho de la noche hasta las siete de la mañana llegamos a ganar unos 18 millones de las antiguas pesetas (108.000 euros actuales)».

Calidad máxima

«La droga que vendíamos era ‘canela en rama'. Una calidad extraordinaria. Era tan buena la cocaína o la heroína que vendíamos en nuestros puntos de venta que los coches hacían cola y llegaban hasta la carretera. Todo el mundo quería la droga de la matriarca. Los otros puntos la adulteraban, pero ‘La Paca' y su hija jamás lo hacían», relata el extrabajador.

En los últimos años de reinado de Francisca Cortés Picazo uno de los trabajos más complejos y de vital importancia para el clan gitano era la comprobación de la calidad de droga. Por ese motivo, Juanito se convirtió en todo un experto, es decir, era el catador ‘oficial' de ‘La Paca'.

«Yo quiero mucho a mi Paquita. Nunca podré decir nada malo de esa mujer. Me costa que ella me tiene también mucho aprecio. Los jueves viene una mujer a Can Gazà que es colaboradora de la cárcel de Palma. Un día de estos me comentó que le dio recuerdos de mi parte y ella se puso muy contenta», concluye su relato Juanito.