Un indigente en la calle Alcalá de Madrid. | Patricia Moreno

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Los clanes rumanos ejercen un control absoluto sobre la mendicidad y controlan a más del 95 por ciento de los indigentes de la capital balear. De hecho, según fuentes policiales a las que ha tenido acceso Ultima Hora, esta mafia formada por gitanos rumanos ha movilizado desde la Península a más de 60 pedigüeños en los últimos días.

El procedimiento utilizado por los responsables del grupo organizado consiste en hacer rotaciones de los marginados para evitar los controles de los agentes de Policía o de los trabajadores sociales.

A pesar de que en la mayoría de casos su situación es precaria, los mendigos controlados no se sienten víctimas y entienden que están realizando un trabajo. A partir de ese instante, la Policía Nacional se encuentra con serias dificultades para poder aplicar la legislación vigente y acusar a los líderes del clan de un presunto delito de trata de seres humanos.

Varios mallorquines que han viajado en los últimos días a Madrid han podido comprobar cómo en la céntrica calle de Alcalà y en las vías adyacentes estaban ejerciendo la mendicidad algunos de los indigentes que, unos meses antes, hacían lo propio en la zona de Jaume III de Palma.

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Una de las particularidades de la mafia es la utilización de personas con minusvalías o malformaciones para dar más lástima y de esta forma obtener mayores ingresos.

La cúpula de la organización utiliza siempre el mismo modus operandi, es decir, distribuye a los hombres en los semáforos con mayor tránsito de vehículos y a las mujeres en las puertas de los supermercados. Como en ocasiones anteriores, las víctimas están sometidas a una gran presión y viven atemorizadas. Todas ellas mantienen la ley del silencio ante la policía.

Mismas tácticas

Los clanes actúan con el mismo patrón aquí que afuera. Los mendigos suelen portar un cartel de cartón idéntico, con faltas de ortografía, y piden dinero para mantener a sus familias numerosas. En algunos casos exhiben fotografías extraídas de internet. Los agentes las retiran si aparecen menores de edad. De hecho, la policía controla a los indigentes, que no han creado problemas de orden público.

A pesar de que en la mayoría de casos su situación es precaria, los mendigos engañan a las personas que les donan limosna sobre su estado de necesidad.