Los hechos ocurrieron sobre las diez y cuarto de la mañana del 15 de diciembre de ese año. El acusado fue requerido por los funcionarios para un cacheo desnudo y comenzó a ponerse agresivo. Dio golpes y patadas a los trabajadores y tiró a uno de ellos al suelo.
A otro trabajador le dio una patada en el cuello y a un tercero le escupió sangre en el ojo y en la cara mientras le decía: «Me han dicho dónde vives, el día menos pensado te rebano el cuello con un cuchillo y te dejo tirado en la calle como a un perro, aunque sea lo último que haga en mi vida...».
A consecuencia de estos hechos, uno de los funcionarios perjudicados sufrió un enrojecimiento en la zona cervical izquierda que precisó de asistencia sanitaria. El otro perjudicado también tuvo una tendinitis en el hombro.
El acusado, por su parte, se dio varios golpes en la cabeza contra el suelo y tuvo que ser reducido por los trabajadores del centro penitenciario de Palma.
El procesado, defendido por el letrado David Barón, consignó 120 euros para uno de los funcionarios agredidos y 350 al otro por las leves lesiones ocasionadas.
El preso aceptó un año de cárcel por un delito de atentado y por cada uno de los dos leves de lesiones admitió una multa de tres meses con una cuota diaria de seis euros.
La magistrada titular del juzgado de lo Penal número 1 de Palma, ante la confesión del hombre en la sala de juicio, dictó sentencia in voce.
Suspensión de la pena de cárcel
El agresor no cumplirá la condena de cárcel después de que la jueza de lo Penal número 1 de Palma la suspendiera por un plazo de cinco años. El hombre no podrá cometer ningún delito durante ese tiempo. En el caso de que vuelva a delinquir cumplirá la pena de prisión.
La magistrada tuvo en cuenta la circunstancia atenuante de reparación del daño después de que el procesado consignara 470 euros para los dos perjudicados en concepto de responsabilidad civil. No obstante, el hombre deberá hacer frente a las multas que aceptó por las lesiones.
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