El doctor Vega sigue esperando el juicio por las agresiones que recibió por parte de un paciente hace cuatro años. | Click

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Alfonso Vega, colombiano, de Bogotá, vive en Mallorca con su esposa e hijo. Es médico de Atención Primaria del IB-Salut, por lo que trabaja en distintas localidades de la Isla. Alfonso, que en su país estudió ruso e inglés, tuvo la oportunidad de conseguir una beca para cursar Medicina en Moscú, por lo que vivió en la capital rusa durante siete años. Finalizada la carrera, regresó a Colombia, convalidó sus estudios y ejerció durante tres años, regresando a Moscú por otros cinco para hacer la especialidad de neurocirujano. Cuenta que en Mallorca se siente a gusto, tanto viviendo como trabajando, «yendo a donde me digan». Todo iba bien. Su vida, tanto personal como familiar, discurría sin ningún problema, hasta el pasado 28 de octubre de 2017.

«Ese día se presentó en la consulta una persona –recuerda el doctor Vega– que me pidió tranquilizantes. No llevaba consigo ninguna identificación. Dijo que se la había dejado en casa. Insistí diciéndole que sin ella no le podía atender, no le podía recetar lo que me pedía. De no muy buen humor, se fue y al rato regresó. Me mostró el DNI, a la vez que me decía que le estaba llamando mentiroso. Le pedí que me dejará leer los datos, se negó, insistiendo en que le había llamado mentiroso y que como se lo repitiera me daba una paliza. Le dije que me parecía que me había mentido, y él, sin más, empezó a golpearme… ¡Todo por haberle pedido que se identificara!», afirma

«Entonces –relata–, me propinó puñetazos y patadas, tirándome al suelo, golpeándome contra él. Como pude, de rodillas, le pedí que parara. Se detuvo. En esto entró su mujer, diciéndome que eso había pasado por venir de otro país. Que mi obligación era atender a los españoles, incluso sin llevar documentación. Como durante el tiempo en que me estuvo agrediendo se le cayó el DNI, al marcharse, lo encontré, gracias a lo cual pude identificarle y denunciarle por agresión en la Guardia Civil de Inca, tras haber pasado por el hospital para que me atendieran», dice.

«En un principio –recuerda– querían hacer un juicio rápido, pero les dije que no estaba en condiciones, por lo que lo pospusieron. Pero es que han pasado cuatro años y todavía el juzgado de Instrucción Criminal de Inca no me ha llamado a juicio por atentado a un funcionario público. Es como si se hubieran olvidado de mí. Me da la impresión de que, aun siendo trabajador público, las agresiones de los pacientes a los médicos salen gratis, eso sin contar el daño psicológico que producen».