El magistrado que preside el tribunal, Antoni Capó, al llegar a los juzgados. | ALEX SEPULVEDA

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El banquillo de los acusados estuvo más inquieto la segunda jornada del juicio que la primera. Manuel Penalva no soltó la tablet con la que maneja documentos en toda la sesión. Miguel Ángel Blanco buscaba papeles e Iván Bandera apuntaba sin parar. Las defensas intentaron levantar una muralla el primer día en torno a la detención de este último y la entrega de su teléfono móvil. El fiscal buscó otra puerta.

«Estoy aquí»

La puerta que mostró Tomás Herranz fue la entrega del otro móvil, el de la policía Blanca Ruiz que rompería cualquier conexión con los listados de llamadas de dos periodistas. También enseña un túnel para atravesarlo: la detención de Bandera era «inevitable».

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A la espera

El tribunal tendrá que decidir y no hay juicio hasta el 22 de junio. O acepta las nulidades, o las rechaza o decide seguir el juicio y decidir en sentencia. El presidente, Antoni Capó (en la imagen) deja hablar. En un momento dado, el fiscal planteó si la sala se daba por ilustrada sobre una cuestión de la que ha había informado por escrito. Capó prefirió que lo explicara. Otro miembro del tribunal ya se daba por ilustrado, pareció.

Rusca desatado

El abogado de Álvaro Gijón, Oriol Rusca, sorprendió por el tono feroz. «No somos de su calaña», dijo a los acusados. Enrique Molina, abogado de Cursach, tuvo que intervenir después. Era salir a tocar con Tina Turner de telonera. Arrancó explicando que lo haría «con menos vehemencia que el señor Rusca».