Todo comenzó cuando su expareja sentimental, tras finalizar la relación de forma muy violenta, ingresó en el centro penitenciario de Palma. Al salir, provisto de una pulsera de control, las conocidas popularmente como tobilleras de los maltratadores, la víctima comenzó a tener serios problemas.
Lo primero que le sucedió fue que unos desconocidos lanzaron unos cócteles molotov contra su vivienda. Afortunadamente, la situación no llegó a más y la Policía Nacional se hizo cargo del incidente. Los investigadores, tras comprobar el posicionamiento de la pulsera, descubrieron que su expareja, en esa ocasión, no se encontraba cerca de su posición. Acto seguido, quemaron el coche del hijo de la víctima. A partir de ese momento, se procedió a la detención del hombre y se dictó el ingreso en prisión por quebrantamiento de orden cautelar.
Unos días más tarde, un grupo policial recibió un correo anónimo que informaba que el hombre había contratado a unos sicarios para que se encargaran de la mujer. Finalmente, a la actual pareja de la mujer la intentaron apuñalar, localizando el arma (cuchillo) con el que supuestamente querían acabar con su vida. Ante todos estos hechos, la mujer maltratada tiene que vivir permanentemente vigilada las 24 horas del día con una patrulla de la Policía Nacional.
A todo ello, también se le suman otras unidades policiales de la Brigada de Seguridad Ciudadana que realizan vigilancias de la vivienda, trabajo, familiares etc... Todo ello a consecuencia de la evaluación que marca un índice de 'riesgo extremo'. Ahora los investigadores están centrados en analizar el material utilizado para intentar quemar la vivienda, incendiar el coche e intentar acabar con la vida de la actual pareja. También tratan de descubrir la vinculación entre la expareja (ahora en prisión) y los supuestos sicarios.
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