Imagen del estudiante mallorquín de Periodismo Rubén Díaz que regresó a su casa en Burjassot tras cubrir el encuentro entre el Poblense y el Villarreal en sa Pobla y comprobó la dimensión de la tragedia provocada por la DANA. | RD

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Había vuelto a Mallorca para cubrir el encuentro entre el Poblense y el Villarreal de Copa del Rey y nunca imaginé que mi regreso a Valencia, donde vivo, iba a ser cualquier cosa menos plácido. Después de más de 10 horas dentro de un barco, a las 21 de la tarde llegué a Valencia. El puerto estaba vacío. No había ni un alma en las calles. Los taxis daban vueltas alrededor del puerto en busca de clientes que no paraban de subirse. Como se sabe, la DANA causó estragos en Valencia y los transportes públicos han sufrido este temporal. Con la huelga de autobuses y las inundaciones de los metros, trasladarse a las afueras se ha convertido en una misión imposible.

Tras un tiempo esperando el autobús pude llegar al centro de Valencia. Al llegar a la Estación del Norte, parecía de madrugada. Prácticamente, no había vehículos en movimiento y las calles estaban vacías, brillando por la ausencia de gente. El centro de la ciudad se envolvió en un silencio desolador. Se notaba en el ambiente que los ánimos no eran los mismos que cuando me fui. Tenía que llegar a Burjassot. Por suerte, el municipio donde resido está situado en el norte de la provincia. Después de casi 30 minutos esperando el único transporte que me podía llevar medianamente cerca de donde resido, me subí y llegué a Burjassot. Debido a mi ubicación, mi residencia no sufrió ningún daño.

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Las personas que viven en el sur no contaron con la misma suerte. Pueblos como Aldaia y Alacuás han sufrido de primera mano las consecuencias del temporal. Con casi 100 muertos, estos dos pueblos están constantemente vigilados por oficiales de la policía para impedir la salida de cualquier ciudadano Personalmente, he vivido a través de varios amigos la situación ocurrida en este último pueblo. Las inundaciones han llegado a grandes alturas y han arrasado con las viviendas situadas en las zonas más bajas. Incluso, una amiga cercana ha sufrido una inundación en su casa que la ha dejado inhabitable.

Afortunadamente, la situación se ha calmado, pero el número de personas desaparecidas y fallecidas no va a cambiar.