La fresa se adapta muy bien al clima mallorquín, aunque necesite sus ‘secretos' (como casi todo) para una perfecta producción y calidad. Eso sí, es muy sensible, por ejemplo, a plagas y enfermedades. Para ello se le hace un exhaustivo seguimiento y los técnicos están muy pendientes de su evolución.
En esta plantación de Manacor, la fresa se siembra en octubre, mientras que la recolección se hace desde marzo y hasta octubre. Aunque el pico es en abril y mayo, este año se ha retrasado por el frío. Las bajas temperaturas de marzo y los días nublados de abril ha motivado este retraso.
Mateu Pascual explica que «la fresa manacorina está muy valorada en el mercado mallorquín, teniendo de cada día una mejor acogida». Para conseguir esta calidad, tener un buen microclima es importante, al igual que lo es la calidad del agua y que reciba la justa, o sea, una humedad constante pero sin excesos. Es una planta de poca exigencia, aunque se la protege con una cubierta para evitar los efectos climatológicos como la lluvia, el viento y principalmente las granizadas. Tampoco le gustan el sol fuerte.
Cada flor de la planta se convierte en una fresa. «Las cortamos a mano una a una y las colocamos con mino en los cajones», explica Mateu, «así cada día llegan frescas al consumidor, de kilómetro 0, la que se recoge hoy, mañana llega al cliente; no está días en la cámara frigorífica a diferencia de la que llega de la Península que se pasa días en un camión y en el barco», comenta.
De fresas hay de distintas clases y tamaños. Años atrás la preferida era la más pequeña y ahora gustan más las grandes. En cuanto al precio de la fresa de Manacor, no ha variado respecto años anteriores. «Hay que tener en cuenta que la que recolectamos aquí lleva más trabajo que la que viene de la Península. Mientras que nosotros lo hacemos a diario, en la Península suelen pasar solo dos veces a la semana; es menos trabajo pero después la gran diferencia está en la calidad», explica Mateu Pascual, que califica la fresa de aquí «con mucha dulzura». Aconseja: «no se le tiene que poner nata ni azúcar porque esto es enmascararla, lo ideal es comerla natural». Se distribuye en la isla a través de Agroilla.
Además de los envases de un kilo, ahora también se sirve en los nuevos de medio kilo para evitar que, en casa, pierdan calidad.
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No entiendo lo del frío de los últimos meses si se supone que estamos sufriendo un calentamiento global. Cuando yo nací el consenso científico era que nos encaminábamos hacia una nueva glaciación. Veletas.