Tomeu, en su azotea en Manacor, donde tiene sus bonsáis. Valls de Padrina explica que necesitan agua, aire y sol. | Cati Amores

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Tomeu Valls de Padrinas (1990) empezó su afición por los bonsáis cuando era apenas un niño. «Recuerdo que fui a ver una exposición de bonsáis con mi padre y quedé totalmente fascinado por este arte». Y es que los bonsáis son eso, un arte milenario que nació en Japón, donde tiene su máxima representación. «Para cultivar bonsáis hay que aprender a hacerlo», explica Tomeu. De hecho, él, tras más de diez años dedicándose a esta afición sigue aprendiendo. «Voy a clases de bonsái en Bonsai Sense con el único profesor que hay actualmente en Mallorca, Rafa Torres. Después de diez años trabajando en ellos aún soy un novato, me considero un aprendiz».

Cualquier árbol puede ser un bonsái, «aunque algunos por sus características son mejores que otros», matiza. Un bonsái es literalmente un árbol en una maceta. Una de las particulares que se debe cumplir es que tenga un tamaño pequeño pero tenga aspecto de árbol viejo.

El cuidado de estos árboles requiere mucha entrega pues «aunque algunos nos consideren maltratadores de árboles son los más consentidos, los regamos y abonamos mucho más que lo habitual para conseguir resultados y mantenerlos con vida». Así, Tomeu reconoce que «pese a que los tratamos para conseguir la estética deseada están bien cuidados».

Para conseguir que un árbol no crezca se trabaja la copa. «La copa es el reflejo de las raíces, y un árbol puede sobrevivir con pocas si se le ofrecen buenas condiciones», explica Tomeu. Su proceso de evolución pasa por diferentes etapas: crecimiento, descanso y transplantado. En esta última etapa es cuando se recortan las raíces, «en primavera equilibramos las raíces con la parte de la copa, el verde del árbol», sentencia. En esta fase es cuando los bonsáis requieren más dedicación. «El cultivo de bonsáis es un trabajo que te exige un compromiso diario, pero la recompensa de ver su evolución lo compensa todo», asegura Valls de Padrinas. En los últimos años, igual que en el mundo rural en general, se está optando por la reducción de los productos fitosanitarios químicos y se apuesta por productos más naturales. Cabe destacar que «un árbol pequeño tiene más dificultades para sobrevivir a una plaga».

El principal objetivo de las personas que cultivan este tipo de árboles es poder llegar a participar en una exposición, un trabajo que puede durar años. De hecho, Tomeu asegura que aún no llevaría ninguno de sus bonsáis a una. «Hay algunos en los que llevo más de 5 años trabajando y aún creo que me quedan otros cinco para poder exponerlos», sentencia. Pese a su juventud y a que por trabajo no puede dedicar todo el tiempo que le gustaría a los bonsáis ya ha sido proclamado en una ocasión campeón de España de jóvenes promesas. Tomeu cree que el futuro de este arte esta asegurado y afirma que «el boom de los bonsáis acaba de comenzar».