Uno de los primeros indicios de osteoporosis puede ser el dolor de espalda, causado por pequeñas fracturas en las vértebras. Aunque este dolor a menudo se confunde con molestias musculares comunes, su persistencia y frecuencia pueden indicar algo más serio. Además, la pérdida de altura con el tiempo es otro síntoma que a menudo pasa desapercibido. Esta reducción en estatura se debe a la compresión de las vértebras, que ocurre de manera gradual y sin dolor evidente.
Otra señal de advertencia es la postura encorvada o cifosis, que también resulta de fracturas vertebrales. Esta curvatura de la columna no solo afecta la apariencia física, sino que también puede provocar dolor y dificultades respiratorias. Además, las fracturas frecuentes en la muñeca, cadera o columna tras caídas menores son un claro indicativo de la disminución de la densidad ósea.
Para diagnosticar la osteoporosis, la densitometría ósea es la herramienta principal. Esta prueba es especialmente recomendada para mujeres mayores de 65 años, aunque también es útil para personas más jóvenes con factores de riesgo. Un diagnóstico temprano permite implementar medidas preventivas efectivas, como una dieta rica en calcio y vitamina D, ejercicio regular y evitar el tabaco y el alcohol.
El tratamiento de la osteoporosis incluye medicamentos que ayudan a aumentar la densidad ósea, terapias hormonales y rehabilitación física para mejorar la fuerza y el equilibrio. La combinación de estas estrategias puede prevenir futuras fracturas y mejorar la calidad de vida.
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