Se trata de una enfermedad que puede cambiar la vida de la que la padece en poco tiempo. | Freepik

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La diabetes, una condición crónica caracterizada por niveles altos de glucosa en sangre, puede manifestarse de manera silenciosa, especialmente en sus primeras etapas. Los síntomas más comunes incluyen micción frecuente, aumento de la sed y hambre excesiva. Estos signos se deben a que el cuerpo no utiliza adecuadamente la glucosa, provocando deshidratación y falta de energía.

Otro síntoma a tener en cuenta es la fatiga constante, resultado de la incapacidad del cuerpo para transformar los alimentos en energía de manera eficiente. La visión borrosa, problemas en la cicatrización de heridas y hormigueo en manos y pies son señales adicionales que pueden aparecer. Estos últimos síntomas están relacionados con daños en los vasos sanguíneos y nervios debido a niveles elevados de azúcar.

Además, las personas con diabetes pueden experimentar parches de piel oscura en áreas como el cuello o las axilas, así como infecciones micóticas recurrentes en zonas cálidas y húmedas del cuerpo. Estos signos indican que el azúcar en sangre está afectando diversos sistemas corporales.

Reconocer estos síntomas es crucial para buscar atención médica temprana. Un diagnóstico oportuno permite iniciar un tratamiento adecuado, que puede incluir cambios en la dieta, ejercicio físico y, en algunos casos, medicación. La diabetes tipo 2, en particular, puede prevenirse o retrasarse mediante la adopción de hábitos de vida saludables, mientras que la tipo 1, aunque no se puede prevenir, puede manejarse eficazmente con un control adecuado.