El propietario, Guillem Garí, con años de experiencia, cuida todos los detalles para que las familias puedan comer una ‘curativa' ración de caracoles. «Tras el parón del año pasado, que no pudimos celebrar Sant Marc como toca, volvemos con más ganas que nunca. Esperamos que venga mucha gente, pero todo está controlado. Se sigue el protocolo sanitario de manera estricta. La gente que va llegando a buscar los caracoles recibe un tíquet y se va sirviendo de inmediato sin grandes colas. Tenemos preparados los tápers que se llevarán los clientes. Todo está organizado desde hace días».
La receta que se usa en el restaurante Es Cruce es fiel a su tradición. Según explicó Garí, «los ingredientes que incorporamos son las hierbas como el hinojo y el laurel; también un sofrito de cebolla y tomate. Luego vamos añadiendo diferentes tipos de carne y cada una de ellas según su cocción. Cuentan con gallina, la panceta, costilla, carn magra, sobrasada, botifarrones. El toque picante no puede faltar».
Los caracoles se cocinan en grandes ollas y los cocineros saben bien cuál ha de ser el punto de cocción para deleitar a los adeptos a este manjar. La creencia de estos poderes curativos cada año va creciendo, ya sea por que creer cuesta poco o por lo sabroso que es comer un plato potente sin ningún tipo de remordimientos. Sin duda, comer a gusto es lo más saludable.
Y lo que no puede faltar en las mesas acompañando a los caracoles es la ración de all i oli.
Este año será un Sant Marc diferente debido a la situación actual, ya que los interiores de los bares no se llenarán debido a las restricciones impuestas por la COVID-19. Pero sí que se podrá celebrar en las casas. ¡Salud!