Mesonero Romanos, escenas costumbristas y un arroz con chorizo

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«Si no dulces y regalados frutos naturales, por lo menos picantes y sabrosos artificios era lo que ofrecer podía el nuevo establecimiento, de Candelario, en Extremadura, célebre villa por los exquisitos chorizos que desde la invención de la olla castellana ha vinculado a su nombre una reputación colosal. Farinato, descendiente por línea recta del inventor de la salchicha, y vástago aprovechado de una larga serie de notabilidades de la tripa y del embudo...». Es un fragmento de Escenas costumbristas, obra de Ramón de Mesonero Romanos, erudito, viajero, periodista, cronista de su tiempo, que trajo a la vida literaria agudos retratos de personajes diversos y ambientes muy vivaces y concretos.

Nacido en Madrid en 1803, moría en la misma capital en 1882. Acudía a las tertulias de café como la del llamado ‘Parnasillo’ (Café del Príncipe) que contaban también con la presencia de personajes como Ventura de la Vega, Bretón de los Herreros, Martínez de la Rosa, José de Espronceda… Con este preámbulo nos podemos fijar en una receta muy tradicional que prepararemos en una olla de barro o en una sartén, cuyo fondo cubrimos con buen aceite de oliva, el contenido de un vaso pequeño. Luego pelamos y picamos dos dientes de ajo y dos zanahorias, además de una cebolla de regular tamaño y un pimiento rojo.

Primero rehogamos los ajos y antes de que se pasen, añadimos los otros ingredientes. Al cabo de un par de minutos, agregamos a la mezcla un cuarto de kilo de guisantes tiernos. Se va haciendo todo junto y es el turno del chorizo, de cuya calidad depende todo el plato. Cortamos el embutido en trozos o finas rodajas y lo añadimos al sofrito. Dejamos que siga la cocción, para que todo esté bien tierno y vertemos en la olla unos cuatrocientos gramos de arroz, todo bien revuelto. Echamos sobre todo ello medio litro de agua hirviendo, dentro de la cual habremos disuelto una pastilla de caldo de carne. Aderezamos el conjunto con sal y pimienta. Continuamos cocinando el arroz por espacio de unos veinte minutos como mínimo. Luego lo dejamos reposar, tapada la olla, cuatro o cinco minutos, y lo servimos. Según algunos, el plato es mejor si el chorizo es picante, pero no olvidemos que el picante, en todos los casos, resta sabor a los demás ingredientes.